El verano está dando los últimos coletazos y, como es costumbre, lo hace con temporales y fresco. Y aunque nunca llueve a gusto de todos, el agua, si no es torrencial, en estas fechas es de agradecer porque no llueve sobre mojado, a pesar de la opinión de algunos caloristas a los que les gustaría vivir un estío eterno. Además, los amantes de las setas nos estamos frotando las manos…
Se preguntarán por qué escribo sobre meteorología después de un mes de descanso. Tiene fácil explicación, es un recurso muy cómodo para poner en funcionamiento mis neuronas abotargadas y hacer balance de lo que se cuece por el mundo. Porque en la actualidad circundante todo son nubes negras, tormentas pasajeras, frío en los altos y acaloramientos en los bajos.
Por ejemplo, la humedad atrae a las serpientes y la de este verano tiene un nombre indiscutible: Mercadona. ¿No les resulta extraño el fenómeno de la piña y el ligoteo? Nadie sabía nada de esa hora feliz y, de repente, salta la noticia en todos los medios a la vez y todo el mundo se dedica a subir contenido a las redes sobre el tema. En agosto, que estamos más receptivos a estas chorradas. Me parece que detrás de esto hay un gran publicista que merece un aluvión de premios.
Por lo demás, todo igual. Seguimos esperando el cambio climático, pero nada. Los líderes mundiales barriendo para casa mientras siguen muriendo inocentes. Los de aquí no se ponen de acuerdo ni para recibir visitas y haciendo de su capa un sayo con nuestro futuro. Los prófugos continúan siéndolo delante de nuestras narices, y las diferencias entre españoles se acentúan. Pero hemos ganado la Eurocopa. Las mujeres mueren de forma intolerable a manos de sus parejas. El paro y los precios suben y, a pesar de todo, las playas se llenan y la hostelería se mantiene. Y en Teruel, obras por doquier; necesarias, pero molestas como una cellisca.
En definitiva, la vida sigue igual aunque nos tomemos unas vacaciones. Cuando tienes que estar al tanto de lo que pasa a tu alrededor, después de la calma, siempre llega la tormenta.
Se preguntarán por qué escribo sobre meteorología después de un mes de descanso. Tiene fácil explicación, es un recurso muy cómodo para poner en funcionamiento mis neuronas abotargadas y hacer balance de lo que se cuece por el mundo. Porque en la actualidad circundante todo son nubes negras, tormentas pasajeras, frío en los altos y acaloramientos en los bajos.
Por ejemplo, la humedad atrae a las serpientes y la de este verano tiene un nombre indiscutible: Mercadona. ¿No les resulta extraño el fenómeno de la piña y el ligoteo? Nadie sabía nada de esa hora feliz y, de repente, salta la noticia en todos los medios a la vez y todo el mundo se dedica a subir contenido a las redes sobre el tema. En agosto, que estamos más receptivos a estas chorradas. Me parece que detrás de esto hay un gran publicista que merece un aluvión de premios.
Por lo demás, todo igual. Seguimos esperando el cambio climático, pero nada. Los líderes mundiales barriendo para casa mientras siguen muriendo inocentes. Los de aquí no se ponen de acuerdo ni para recibir visitas y haciendo de su capa un sayo con nuestro futuro. Los prófugos continúan siéndolo delante de nuestras narices, y las diferencias entre españoles se acentúan. Pero hemos ganado la Eurocopa. Las mujeres mueren de forma intolerable a manos de sus parejas. El paro y los precios suben y, a pesar de todo, las playas se llenan y la hostelería se mantiene. Y en Teruel, obras por doquier; necesarias, pero molestas como una cellisca.
En definitiva, la vida sigue igual aunque nos tomemos unas vacaciones. Cuando tienes que estar al tanto de lo que pasa a tu alrededor, después de la calma, siempre llega la tormenta.