Si se mirase un poco más de cerca el ombligo, Madrid correría el riesgo de sumergirse en sí misma y darse la vuelta como la funda de un jamón, convirtiéndose así en la primera Comunidad Autónoma reversible en nuestro país. Ha vuelto la matraca. Desde Madrid, para Madrid y en nombre de toda España. Esta vez, en forma de elecciones.
Por supuesto, han sucedido cosas en estos comicios madrileños que, incluso para un país ya tristemente acostumbrado a todo tipo de bajezas por parte de sus representantes públicos, bien merecían la atención de todos.
No obstante, estas no son cuestiones derivadas de la propia trascendencia del resultado electoral para el resto de la nación. Más bien, las consecuencias de haber legitimado tan a la ligera a quienes -de nuevo, en nombre de todos, sin el consentimiento de nadie y arropados en una bandera que han secuestrado para consumo propio- jalean desde puestos públicos consignas racistas y retrógradas con absoluta falta de complejos y total impunidad.
Más allá de este tropel de fascistillas, en absoluto surgido ahora, el resto de España ha vuelto a tener que merendarse a la fuerza, como el pato del que solo se quiere un rico foie gras para untar, unas elecciones que, aún vendidas a vida o muerte, ni le van, ni le vienen. Aunque, visto el percal, una cirrosis parece poca cosa para el bochorno que nos han hecho pasar estas semanas algunos, no todos, candidatos a la presidencia de esa España dentro de España que es Madrid.
No obstante, pedirle que aparte los ojos de su tripa parece mucho pedir para una región que, más que mirar allende de sus propias fronteras, es incapaz de ver más allá de la M30, pues incluso en unas elecciones a toda la comunidad ha sido incapaz de dedicar siquiera unos segundos de atención a todo lo que no sea el centro de la ciudad.
Aguantamos la respiración con las anteriores votaciones, Filomena, el procés (pues Cataluña está igual de encantada de conocerse que nuestra capital) y tantas otras cosas. Pasó el tiempo y, para nuestra sorpresa, el mundo siguió girando en el resto del país. Esta semana se deciden las elecciones a la Comunidad de Madrid. Habrá quien piense, fuera de la región: ¿y a mí qué más me da? No le falta razón.