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Israel Israel
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Javier Lizaga

Será su cumpleaños en unos días, su 91 cumpleaños. Fue el elegido para abrir la puerta del nuevo centro expositivo de su pueblo. Todo un símbolo, nos dijeron, e ipso facto ofrecieron otro. Porque los discursos los dieron los de siempre, Israel a la cuarta fila. Pasado el éxtasis discursil, me acerqué a saludarlo, a ver si me contestaba una pregunta a la alcachofa. Respuesta: “Ni loco, los periodistas sois todos unos mentirosos”. Tengo debilidad por la sinceridad. Le ofrecí un pacto: una pregunta, te la digo ya, y me contestas lo que te de la gana.

Ya que estábamos en uno de los pocos centros dedicados a la guerra civil de toda España, le pregunté qué recordaba de esos días de 1930 y pico y qué le parecía un lugar así. Recuerda, me explicó, jugar con las municiones que encontraba de niño, el 39 le pilló con 7 años. En sus paseos, aún hoy localiza quince, veinte balas por día. Encontró también un rosario que no ha visto “otro igual”, y eso que tenía tres tías monjas, matizó como acreditación. Las guerras son todas iguales, me dijo, no sirven para nada.

La Batalla del Alfambra fue una masacre. Cinco o seis batallones le pasaron por encima a otro, dejando a 15.000 jóvenes muertos entre peña Palomera y la carretera de Zaragoza, clave en esa ofensiva para dejar sin víveres a Teruel y reconquistar la única ciudad que recuperó la República, aunque le duró apenas un mes. Lo peor fue la nieve, apostilla Israel, a muchos les costó las piernas. Ucrania y Teruel no están tan lejos. Aquí, nos explicaba Alfonso Casas (eminencia, pero de verdad), también hubo bombas alemanas con fósforo o ametralladoras que todavía disparan estos días.

Villarquemado ha demostrado que se puede recordar sin revanchas, y construir un centro sobre la guerra civil, pensado, tiene guasa, como satélite del Museo de la Guerra Civil de Teruel, cuyo proyecto se presentó hace 20 años. Por la tarde pensé que Israel y yo ni siquiera hablamos de bandos. Sí que me contó que no pone la tele estos días, solo una radio con música, porque no soporta ver la guerra.