Desde que por todos los canales a través de los que me informo me inundaron con el tema de la inteligencia artificial, llevo unas cuantas horas invertidas o perdidas, aún no lo tengo claro, conversando con un chat cargadísimo de datos y “entrenado” para mantener una conversación de cualquier tipo, responder datos, dudas, escribir reflexiones, libros, hasta te resume leyes… ¡lo que se imaginen, todo lo hace! A priori, una herramienta potentísima, o no. Desde lo más peregrino a lo más sesudo, lo responde todo.
Por más a prueba que le haya querido poner, me gana, sabe más que yo y maneja millones de datos más que yo. Y en todo lo que me responde, siendo sincera, le encuentro bastante sentido común, sorprendentemente. Y sobre los datos, aunque he leído que comete fallos, no le he podido pillar en un renuncio tras contrastar la información. Mientras le pido que me haga el menú para la semana o le pregunto sobre el mito de la caverna de Platón, pienso que el ser humano es capaz de conseguir avances increíbles, asombrosos. En mi mano, de repente, tengo toda la sabiduría atesorada por nuestra especie, es más, la revolución llega de la mano del aprendizaje automático que la tecnología es capaz de hacer por sí sola. Parece que va a facilitar nuestra vida a muchos niveles, pero también nos plantea nuevos retos… y es ahí donde se incrementan mis dudas. He pensado siempre que los avances tecnológicos de los que somos capaces no van acompañados de la reflexión filosófica, ética o deontológica suficiente para poderlos encajar, para poderlos comprender en toda su grandeza.
Y claro surgen detractores de la IA, pero en realidad, depende del uso que hagas de ella. Después de tantas horas chateando, le cogí confianza, y le pregunté por nuestra conversación. Me dice “he dado respuestas basadas en mi entrenamiento, en reglas y algoritmos en los que he sido entrenada, para generar un texto similar al humano que sea coherente, relevante y responda a tus preguntas” y se quedó tan ancha. Yo sigo pensando sobre sus pros, contras y usos en nuestro día a día.