El día 8 de marzo de 1910 el Ministerio de Instrucción pública, promulgaba una real orden por la que se permitía el acceso libre de la mujer a la Universidad, derogando la Real Orden del 11 de junio de 1888, que admitía la entrada de mujeres en la universidad como asistentes al estudio de carácter privado, pero requería la autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales.
Este fue un hito no solo en la lucha por una igualdad de oportunidades justa, también una lucha de mujeres pioneras plenas de tenacidad que decidieron rebelarse contra un sistema injusto que alejaba de forma infame a la mujer del conocimiento y que reglaba con un auténtico marchamo de atropello la enseñanza universitaria en la España del momento. Grandes pioneras de esta lucha forman parte hoy de la historia académica más brillante de nuestro país; los nombres de Concepción Arenal, María Elena Maseras y Dolores Aleu son un referente de la lucha por la igualdad de la mujer, y además una página brillante en la historia universitaria española.
La gallega Concepción Arenal es sin duda una de las plumas más fértiles de nuestro país; periodista, poeta, pensadora y autora dramática española, es una mujer presente en el realismo literario y una pionera referente en el feminismo español. Estudió derecho en la Universidad de Madrid entre 1841 y 1846; para poder asistir a las clases tenía que disfrazarse de hombre, lo que nos da una idea de la valentía de esta mujer y su firme empeño en la lucha por una igualdad justa, esta lucha le acompañó de manera infatigable durante toda su vida. Al igual que Concepción Arenal, la catalana María Elena Maseras fue una mujer universitaria, tuvo que pedir un permiso especial al entonces rey Amadeo de Saboya para poder cursar estudios de derecho en la Universidad de Barcelona, paradójicamente podía cursar estudios pero no asistir a clase, en su lucha contó con la colaboración del catedrático Dr. Carbó que permitió valientemente que María Elena Maseras entrara en clase y se sentara en la tarima junto al docente catalán.
Son estos ejemplos de dura lucha por la igualdad de derechos de la mujer en España, una parte de nuestra historia que pasa inadvertida para la mayoría de la sociedad, esta ausencia de conocimiento es las más de las veces caldo de cultivo para líneas y frases que menosprecian la lucha de mujeres que además son también grandes pensadoras de nuestra historia intelectual como país.
Que el periodismo es una profesión en la que decaído la cultura general de una forma alarmante lo llevo diciendo mucho tiempo, que cualquier guaperas imparte doctrina sobre el papel de la mujer sin tener muy amplio su censo de neuronas es algo que no por cotidiano deja de ser preocupante. La incorporación de la mujer a la Universidad española ha sido de un ralentí desesperante a diferencia de lo ocurrido en otros países de Europa, en estos países las mujeres luchan y logran este derecho entre los años 1850 y 1890. Las universidades de París y Zúrich fueron pioneras en aceptar mujeres en todos sus planes de estudios universitarios con absoluta igualdad de derechos con los varones, después vinieron las universidades en Reino Unido, Bélgica, Dinamarca, Italia y Alemania. Entre 1882 y 1910 tan sólo 36 mujeres finalizaron licenciaturas universitarias en nuestro país, sólo ocho, siendo la primera Dolores Aleu en 1882, consiguieron investigar y defender su tesis y obtener el título de doctora.
La justa incorporación de la mujer a la universidad sin tabas es el componente más importante para entender el gran crecimiento de la economía española en la segunda mitad del siglo XX, circunstancia que ha sido poco reconocida en nuestra sociedad; falta mucho trabajo indudablemente, todavía son muchas las barreras que superar en España para activar y favorecer la justa presencia de las mujeres en todos los ámbitos y sectores universitarios al igual que en los espacios de la ciencia.
A principios del siglo XXI, la presencia de la mujer en el alumnado universitario superaba el 61%, la cifra aumenta curso tras curso, es evidente que la importancia de la igualdad de oportunidades no solo es un acto de justicia social, es también abrir las puertas a las oportunidades de investigación y progreso de una sociedad a la que le hace todavía mucha falta asimilar en su día a día grandes dosis de respeto como manera habitual de comportamiento