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Están ustedes en la sintonía de Radio Teruel Están ustedes en la sintonía de Radio Teruel

Están ustedes en la sintonía de Radio Teruel

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Javier Hernández-Gracia

Cada mañana la grabación con la voz de Carlos Hernández a las ocho en punto de la mañana marcaba el inicio del día con desayuno, gritos de mi madre y la cartera, no eran tiempos de mochila de diseño para ir al colegio. Los mecanismos del hogar se ponían en marcha para afrontan un nuevo día, cada uno con sus obligaciones, la mía ir al colegio y como es propio de la edad quejarme de todo; mi madre por supuesto, tenerlo todo organizado, meterme dos gritos y ponerme en marcha. La radio era su instrumento efectivo para que saltará de la cama, pero ahora ese momento para mí tiene una banda sonora entrañable, la jota de Felisa Gale y José Otto con la que cada mañana iniciaba sus emisiones Radio Teruel, aquella emisora número uno de la cadena Sindical, cuyo eslogan era “le hablamos desde la ciudad de los Amantes”.
“Aragón de mis amores eres cuna del tesón”, decía José Oto con sus garganta de jotero académico en una jota pasodoble que ya había sido acompañamiento de generaciones anteriores a la mía, porque la radio local turolense era un referente en esa ciudad aniquilada por la guerra, la  posguerra y pese a todo con ganas de sonreír frente a lo duro de los tiempos. Una emisión que comenzaba a las ocho de la mañana y terminaba a las once de la noche -por supuesto- con el Himno Nacional, previo a sus patrios acordes, la voz de Gregorio Camacho con aquel mítico... “y fue todo por hoy desde la ciudad de los Amantes”, “ha transmitido Radio Teruel”, la referencia a la emisora sindical y demás parafernalia formaba parte del ritual.
Curioso personaje era Gregorio Camacho, nos dejó muy prematuramente pero debo incidir que Gregorio tenía una dicción magnífica delante del micrófono. Aún hoy recuerdo con emoción sus dedicatorias en “Discos dedicados, felicidades amigos” legendario espacio que supuso -como siempre me recordaba Carlos Hernández- una de las escasas fuentes de ingresos que la emisora tenía en cuanto a publicidad; por experiencia propia diré que hay una cocina de la radio de micrófono para adentro y otra la que perciben los oyentes. Hoy yo narro como oyente, además no tuve ocasión de conocer a Gregorio Camacho, por tanto y aunque físicamente habíamos coincidido, para mí era esa voz que dedicaba discos a los Curritos de Cuevas Labradas, que desconozco si eran una peña o un grupo familiar pero que sin duda fueron muy populares en los setenta merced a este espacio, aquel programa que se iniciaba con la sintonía de Los Tarantos, pieza elevada a santo y seña del programa, y con clásicos discográficos como “Blanca y radiante va la novia” o el icónico “Como se quiere a los hijos” de Paquito Jerez, melodías inamovibles que se alternaban con los éxitos puntuales del momento.
Al igual que tantas cosas, aquel tipo de hacer radio forma parte ya de los archivos, de los recuerdos y de un momento concreto. Hoy la perspectiva de la historia nos permite saber que se hizo lo que se pudo y con arreglo a unos tiempos distintos a los actuales. Hoy esa radio local de programas de producción propia sería impensable, cierto es que muchas veces aquella estaba abocada a rellenar con Ray Conniff y su orquesta con el LP completo faltaría. Hoy diría que podemos contemplar aquellas producciones con una mezcla de nostalgia y por qué no, cierta admiración. La radio era próxima durante quince horas al día, ni qué decir tiene que salir en la radio era top para cualquier turolense del momento; evidentemente la clase política del régimen tenía preponderancia, pues en fin como ahora. Había otras cosas, y posiblemente intentar relatar todas sería bastante complicado y correría el riesgo de dejarme alguna. Pero en un repaso de estas características no debemos olvidar esa radio local sí, pero también vehículo de las grandes producciones del momento, como las novelas radiadas. “Simplemente María”, aquel fenómeno mediático que ponía a todas las madres frente al transistor con los consiguientes retrasos a la hora de tener lista la merienda, cuando somos niños somos muy ricos vale, pero harto egoístas; hoy tal vez el móvil nos calmaría esa espera pero entonces no, la calle esperaba y lo que le acontecía a la pobre María ni lo entendíamos ni nos interesaba.
Todo lo narrado es historia y el paso del tiempo nos ha dejado sin muchos de esos protagonistas del micro, aquella radio hecha en Teruel, con escasos medios y mogollón de horas de trabajo, de pioneras como Maruja Gil o Concha Velázquez. Con Conchita tuve la inmensa suerte de coincidir y de aprender mucho, siendo una gran profesional además de una magnifica persona. Pero aquel micrófono  en el que yo trabajé ya era de otra radio, la que avanzaba en los tiempos hacia otros modelos por explorar y construir. La radio que viví como oyente y como niño tuvo un tiempo para leer, unas conexiones con el partido del Club Deportivo Teruel por aquel entonces desde el campo de deportes Adolfo Masiá y muchas, muchísimas jotas, reinaba la onda media y la antena estaba en ese citado campo de futbol, una radio que le mandaba rosas a Sandra, cantaba a la pequeña chica 74 y le daba cada mañana los buenos días al señor alcalde.