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Teruel estrenó hace ahora 30 años su primer aparcamiento subterráneo Teruel estrenó hace ahora 30 años su primer aparcamiento subterráneo
En estas dos páginas se puede ver el aparcamiento de San Juan, vacío antes de la apertura y con los coches tras la inauguración

Teruel estrenó hace ahora 30 años su primer aparcamiento subterráneo

El parking de San Juan supuso un notable impulso para la descongestión de tráfico del Centro
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Corrían los tiempos en los que peatones, coches circulando y otros tantos vehículos aparcados convivían en un precario equilibrio por calles como la de San Juan y plazas como la del Torico o del Seminario de Teruel. Una época en la que era casi una ofensa para los conductores no poder llegar hasta la misma puerta del comercio o administración del Centro Histórico para hacer una compra o gestión. Las normas en forma de restricciones del tráfico han ido cambiando conciencias en un tema, la peatonalización y con ello la recuperación del centro de las ciudades, que a lo largo de los años ha levantado polémicas, en Teruel como en otros lugares, hasta llegar todos irremediablemente al mismo punto: dejar el corazón de las ciudades para los peatones. 

Y en ese proceso en Teruel hubo un importante impulso cuando el 15 de mayo de 1988, hace ahora 30 años, se inauguró el aparcamiento subterráneo de la plaza San Juan, el primero de la ciudad y “una de las obras de infraestructura más importante de cuantas se han realizado en Teruel” decía el entonces alcalde, el socialista Javier Velasco.

Así lo destacaba también el periódico aquellos días, en los que decía que con la obra el tráfico de la ciudad inicia un proceso de transformación que culminará dentro de unos meses, una vez la superficie de dicha plaza (San Juan) esté terminada y la peatonalización se extienda a algunas calles céntricas de la ciudad. Aquel 15 de mayo se abría el parking para los turolenses, de manera gratuita los primeros quince días, al tiempo que se suprimían plazas en la superficie, algo que hubo que explicar porque no era del gusto de los conductores: “Supondrá una descongestión del tráfico en el centro urbano, de acuerdo con nuestro interés por conseguir la rehabilitación del casco histórico de la ciudad”, incidía Velasco.

El aparcamiento se estrenaba como una de las obras más ambiciosas realizadas en los últimos veinte años por el Ayuntamiento de Teruel y, sin duda, la más costosa: 238 millones, a los que habrá que sumar otros 47 destinados a la remodelación de la superficie de la plaza decía la información publicada ese mismo día 15 de mayo, firmada por J.F. 

Sobre los antecedentes, recordaba que en julio de 1986, la Diputación de Teruel y el Ayuntamiento de Teruel llegaron a un acuerdo para financiar el coste de la obra, presupuestada en principio en 210 millones de pesetas, que a lo largo de casi dos años se han ido estirando hasta los 238 con que se finaliza la ejecución y llegaba además, recordaba la crónica, con dos meses de retraso sobre los plazos previstos.

Entre los problemas que se encontraron destacaba el periódico la aparición de una gran masa rocosa durante el vaciado de tierras, el traslado y recolocación de las líneas eléctricas subterráneas y las soluciones a las puertas de acceso y salida de vehículos, cuestiones que en todo caso no supusieron ninguna sanción económica para la empresa constructora, según acuerdo del propio Consistorio, tal y como recogía el texto.

Del proyecto recordaba el periódico en sus páginas que había nacido bajo el mandato de Ricardo Eced como alcalde, y se inauguraba unos días antes de que su sucesor, Javier Velasco, cumpliera su primer año de mandato y como tal, afrontara todo el proceso de construcción.

Recordaba la crónica que la ubicación del aparcamiento en la plaza San Juan había sido motivo de fuerte polémicas sobre la idoneidad del lugar elegido, incluso entre los propios miembros de la Corporación municipal, y apuntaba el periódico que se habían barajado otras ubicaciones como La Glorieta o junto a la estación de autobuses, con apoyo en el terraplén sobre el barrio de San Julián, donde se construyeron después los otros dos aparcamientos subterráneos de la ciudad.

En otra crónica firmada por Mariano J. Esteban el martes 17 de junio de 1988 recogía más detalles de la obra bajo el titular El centro de Teruel se despuebla paulatinamente de vehículos.

Relataba que el aparcamiento iba a dar solución a los problemas de aparcamiento, dobles filas y coches en las aceras de un centro urbano congestionado por multitud de vehículos que hacía que los conductores diesen interminables vueltas a la caza de un hueco libre. Los propios responsables municipales, conscientes de la falta de lugares, han seguido una política tolerante a la hora de poner multas.... hasta ahora.

En el corazón de la plaza hay lugar para 400 vehículos -coches, motos y pequeñas furgonetas-, mientras que las primeras restricciones de aparcamiento en el centro van a suponer la pérdida de 168, con lo que globalmente la ciudad ha ganado 232 plazas, añadía la información. Concretamente, se eliminaron plazas de aparcamiento en el espacio central de la plaza del Seminario, y se establecieron fuertes restricciones, decía entonces el periódico, en la calle San Juan, calle de las Murallas (Joaquín Arnau), plaza de la Marquesa, plaza del Obispado y calle Miguel Vallés.

En el aparcamiento se ofertaban en cuatro plantas 400 plazas, de las que cien se habían reservado para su cesión para cincuenta años, y ya en aquellos inicios habían sido adquiridas más de sesenta, por un precio de 700.000 pesetas.

Una de las polémicas del aparcamiento había sido la aparición de dos torres para la evacuación de humos del interior, visibles en la plaza San Juan, son los elementos que peor acogida encuentran en la opinión pública turolense, expectante sobre cuál será el resultado definitivo de la plaza y la solución estética de la misma comparada a la anterior, cuyo recuerdo tardará todavía en olvidarse. Se ilustraba la información entonces con una fotografía de la plaza en obras, para la que habían dispuestos 47 millones de euros.

Reacción de los conductores

En las páginas de este periódico se hizo un amplio seguimiento de la apertura del aparcamiento por aquellos días, de la ocupación y la aceptación entre los conductores, incluido el primer jueves de mercado, después de haber dejado atrás las informaciones sobre desacuerdos, costes y polémicas.

Con la gratuidad de los primeros días, la acogida fue muy buena y decía el periódico que los conductores hacían uso del aparcamiento, lo que tenía ya su repercusión en la descongestión de las calles como San Juan y Joaquín Arnau.

Pero la prueba de fuego fue con el primer día de mercado: Desconcierto automovilístico en el primer jueves con aparcamiento era el titular de una información firmada por María José Prieto, en la que recogía que el jueves, el día loco de Teruel fue especialmente intenso por los cambios en el tráfico y las prohibiciones de estacionar. El día de ayer sembró el desconcierto entre los automovilistas acostumbrados a aparcar su coche con mayores o menores dificultades, en los lugares habituales. Pero ayer se encontraron con un flamante aparcamiento en pleno centro de la ciudad, y unos lugares habituales con la señal de prohibido aparcar. 

En la crónica recogía distintas opiniones; desde el acalorado conductor que se quejaba de que, con la gratuidad del parking, los funcionarios lo utilizaban como garaje durante toda la mañana y no dejaban huecos, hasta los que agradecían la comodidad de acudir a aparcar sin tener que dar vueltas. Y es que en aquella jornada, de mercado y de aparcamiento gratis, el parking se llenó y hubo quien tuvo que esperar hasta diez minutos, decía la crónica, a que salieran vehículos para poder entrar. ¿Qué pasa hoy en Teruel? se preguntaban quienes descubrían todos estos cambios del tráfico al volante.