Hace apenas unos días se volvía viral en las redes sociales la campaña Yo voy a Teruel, para fomentar el turismo en nuestra región. Lo que empezó como una reacción a un boicot político contra Tomás Guitarte por haber dado su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, se ha convertido en una verdadera invitación a descubrir todos los encantos turísticos turolenses, visitando especialmente nuestra capital. Aprovechando la ocasión y el probable aumento en el número de turistas que se van a presentar, hoy vamos a analizar qué impacto tendría la apertura de un nuevo gran hotel en nuestra capital provincial.
Las ventajas de la apertura de un gran hotel en Teruel
A día de hoy, Teruel carece de lo que podría considerarse como un hotel insignia que sirva para situarle en el plano hotelero nacional e internacional. La principal ventaja de la inauguración de un hotel de categoría superior de alguna de las principales cadenas hoteleras como Meliá Hotels, con cotización Ibex 35 y una plataforma de reservas propia accesible desde todo el mundo, sería la proyección turística de Teruel tanto a nivel nacional como internacional. Los hoteles de las grandes cadenas terminan siendo referentes turísticos allá donde se inauguran (a veces por sus discotecas, en otras ocasiones por sus restaurantes o instalaciones tipo spa, etc.). Los turistas hablan de quedarse en un Meliá, en un Tryp o en un Hilton, por citar unos cuantos ejemplos.
Otra gran ventaja sería la dinamización del resto de la oferta hotelera local, que tendría que ponerse las pilas para no perder reservas: en cualquier mercado la competencia siempre es buena. Por último, la apertura de un gran hotel en Teruel serviría para reforzar la imagen de capitalidad de la ciudad, que a veces queda desdibujada en comparación con otras capitales provinciales de mayor tamaño.
Algunos aspectos negativos a tener en cuenta
A pesar de que serían muchas las ventajas resultantes de la implantación en Teruel de un gran hotel de alguna de las principales cadenas hoteleras, lo cierto es que también habría algunas consecuencias negativas que no podemos olvidar. Por ejemplo, se perdería el encanto tradicional de la oferta hotelera turolense, que se basa casi en su totalidad en pequeños establecimientos regentados con cariño a nivel familiar. Esa magia se pierde cuando hablamos de grandes hoteles, es algo que resulta inevitable por las exigencias a nivel de gestión. Y también está el problema de que los beneficios generados por los grandes hoteles rara vez redundan en las poblaciones en las que están radicados: los accionistas se encuentran en otros lugares.
En resumen, la apertura de un nuevo gran hotel mejoraría la proyección turística de nuestra ciudad, especialmente aprovechando el tirón del fenómeno viral de la campaña Yo voy a Teruel. Existen ventajas y desventajas importantes de la apertura o no de un nuevo hotel de estas características en nuestra capital provincial. Pero una cosa está clara: la dinamización siempre es necesaria en una región como la nuestra, tan necesitada de vitalidad y que sigue siendo todavía una gran desconocida.
