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Inma Real, doctora en Historia del Arte por la UNED, aboga por incluir museos como el de Molinos en la Ley de Memoria Histórica Inma Real, doctora en Historia del Arte por la UNED, aboga por incluir museos como el de Molinos en la Ley de Memoria Histórica
Inma Real ha dedicado su tesis a la investigación de museos como el de Molinos

Inma Real, doctora en Historia del Arte por la UNED, aboga por incluir museos como el de Molinos en la Ley de Memoria Histórica

“El Gernika se convirtió en un símbolo, pero realmente hay muchos ‘Gernikas’”, dice en una entrevista
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Inma Real nació en Toledo, pero vive en Madrid desde que tiene 7 años. Es Doctora en Historia del Arte por la UNED y entre otras muchas cosas ha dedicado parte de su carrera a investigar al artista turolense, Eleuterio Blasco Ferrer y también a luchar para que los pequeños museos provinciales como el de Molinos, que alberga la obra de este escultor, puedan tener un hueco dentro de la Ley de Memoria Histórica. El pasado 22 de octubre participó en la Palanca Más allá del Gernika: arte, memoria y exilio de la fundación Felipe González, donde presentó estas ideas junto a Ramón Jáuregui, exministro de Presidencia y María González, patrona de la Fundación Felipe González, en el Museo del Romanticismo de Madrid.

-Usted ha dedicado gran parte de su carrera a investigar sobre Blasco Ferrer, ¿no es así?

-Claro, es que mi tesis fue sobre cómo a través de los museos se fue recuperando artistas del exilio. Durante años fui localizando estos museos y así es como entré en contacto con el de Molinos, en Teruel. Fue en el año 2013 y he estado muy vinculada a las exposiciones que se han hecho.

-¿Qué nos puede contar acerca de la biografía de Blasco Ferrer?

Pues nació en Foz Calanda, pero su madre era de Molinos, pero cuando fue adolescente se marchó a Barcelona para tener una formación como artista, pero era anarquista y en seguida rechaza la formación académica, podemos decir que fue autodidacta. Sus padre eran alfareros, era de familia bastante humilde, pero él enseguida mostró una sensibilidad especial a la hora de modelar el barro. Y como está comprometido políticamente, cuando llega la Guerra Civil se tiene que marchar al exilio y es aquí cuando desarrolla su etapa de madurez y de esplendor.

-¿Cómo es el arte que desarrolla en el exilio?

-Pues lo que más se va a reconocer es la escultura en hierro, que hay una corriente de otros intelectuales como Gargallo o Julio González y él se va a enmarcar dentro de esta escultura. Y es un artista que aunque antes no había entrado en contacto con las Vanguardias, sí que lo hace cuando es un exiliado. En Barcelona se empapó un poco del surrealismo, pero luego cuando viaja a Paris allí ya se nota la influencia de otros intelectuales como Picasso incluso.

- ¿Y ese arte luego vuelve al pueblo natal de su madre, a Molinos?

-Claro, bueno es que los artistas exiliados vendían obra para poder vivir, pero siempre van creando su colección personal. Y cuando él vuelve a España, a mediados de los años 80, se instala en Barcelona y allí organiza una exposición en 1980 a la que acude Mateo Andrés, hijo del antiguo alcalde de Molinos que define un proyecto para crear un museo en el pueblo y le propone donar su colección. A Blasco Ferrer le parece una idea interesante y primero hace una donación pequeñita, luego hace otra donación más grande y la última es la de la escultura El último suspiro de Don Quijote, que la hace en 1993, unos meses antes de morir. Es ahí cuando termina esa trayectoria de recuperación en vida de Blasco Ferrer.

-Precisamente la charla que usted ha dado en Madrid está relacionada con la recuperación de obras de artistas que tuvieron que exiliarse y que ahora están en pequeños museos por toda España...

-Claro, cuando yo fui buscando esos museos me di cuenta de que el museo es el colofón a un camino de recuperación y ese camino comienza cuando el intelectual vuelve a sus lugares de origen, entonces hay un deseo de enraizarse y por otra parte, sus paisanos se dan cuenta de que es una persona reconocida fuera y desconocida dentro y que hay que recuperar. Entonces comienzan una serie de homenajes para darle valor y es así como se inician las propuestas de estos museos. Esto se hizo de forma paralela, pero completamente improvisada en muchos puntos de España, lo que ha dado lugar a la creación de un mapa museístico, hablamos de más de 30 museos, que son los únicos que conservan un verdadero patrimonio de la memoria. Aquí siempre hay una historia muy local que recupera una figura, pero sin embargo, nunca se han considerado lugares de la memoria, entonces en mi charla quiero compartir que cuando hablemos de memoria hay que abrir un poco más el concepto porque no solo hablamos de memoria histórica y social, sino también desde un punto de vista cultural porque hay toda una generación de intelectuales de los años 20 y los años 30, el esplendor que en aquel momento se estaba viviendo en España, se marchan fuera, se queda el país completamente vaciado de esa élite intelectual y sin embargo no ha habido nunca un intento por recuperarlo desde el ámbito de la memoria.

-Entonces usted propone incluirlos como lugares protegidos de alguna manera por la Ley de Memoria Histórica.

-Yo digo que para que estos museos que son completamente desconocidos y algunos tienen siempre la amenaza del cierre, sean vistos de una forma íntegra, en base a una misma perspectiva y no desaparezcan es necesario que se les reconozca como lugares de la memoria y se incluyan en esos planes que están diseñando algunas Comunidades Autónomas. No debemos olvidar que son museos provinciales y locales que tienen muchos problemas presupuestarios, entonces yo lo que pienso es que, bueno igual que cuando se creó la Ley de Memoria Histórica en 2007 y se creó un centro de documentación de memoria histórica en Salamanca para proteger los documentos, hay que hacer lo mismo o algo similar para proteger el patrimonio artístico. Habría que crear un área para proteger ese patrimonio, para que vele por su conservación, para que se complemente con lo que hacen estos museos, para que coordine todos estos centro, para que puedan realizar proyectos de exposición, de digitalización y en definitiva que trabajen de forma conjunta y no se sientan aislados, sino dentro de una red museística.

-Siempre se ha hablado del Gernika, pero por lo que dice, existen muchas obras de arte nacidas en el exilio, ¿no es así?

-Al final el Gernika se ha convertido en un símbolo, pero realmente hubo obra que llegó mucho antes que el Gernika y hay obra que ha vuelto después de este cuadro. Hay más obra realmente. Pienso que a día de hoy como herederos del patrimonio tenemos un deber y una misión que es conservar todo ese legado que tenemos que transmitir a generaciones futuras y desde luego darles la visibilidad que no tienen. Picasso terminó ensombreciendo a los intelectuales de aquella época, pero estamos hablando de intelectuales que tuvieron una gran relevancia fuera y terminan siendo igual de memoria que el propio Gernika, lo que pasa es que el Gernika se convirtió en un símbolo, pero es que realmente hay muchos Gernikas. De hecho hay una obra de Castelao que está expuesta en un museo de Argentina que es La última lección del maestro que volvió hace un año a Galicia para exponerse y los gallegos lo consideran su propio Gernika. Se armó un poco de polémica porque les dio mucha pena devolverla, pero claro hay mucha obra que realmente es muy simbólica y representa el drama. Esta obra representa a un profesor fusilado y a dos niños que fueron sus alumnos allí viéndolo. Entonces vemos que el drama está representado en muchas obras y eso hay que reconocerlo a todas esas personas que también fueron testigos de ese mismo capítulo de la historia.