Hemeroteca: la reintroducción del lobo de hace treinta años que no encontró apoyos en Teruel
Una iniciativa ecologista proponía llevar animales a las sierras de Albarracín y JavalambreEl lobo puede volver a poblar las serranías de Javalambre y Albarracín. ‘Puede’, leíamos hace 30 años, porque había alguien que proponía su reintroducción. Dos asociaciones ecologistas en concreto, aunque teniendo en cuenta cómo se veía a los grandes depredadores hace tres décadas la iniciativa tenía pocas posibilidades de seguir adelante. Era el “sueño” de unos jóvenes ecologistas, como recuerda tres décadas después uno de ellos, Eduardo Viñuales, un sueño que la naturaleza parece que, a pesar de todo, se empeña en cumplir.
La historia comenzó con una revista. Con 14 años Eduardo puso en marcha un grupo ecologista, Medofosa (Medios Organizados para Fomentar la Salvación de los Animales), después de que cayera en sus manos la revista Quercus. Ya tenía inquietud por los animales -con un amigo del colegio salía a ver pájaros- así que cuando leyó en aquel ejemplar un artículo sobre cómo crear tu propio grupo ecologista, pensó que aquello estaba escrito para él. “Involucré a mis amigos, mis padres, mis vecinos….” recuerda con ilusión ahora este veterano del mundo naturalista. Y así se unieron las voluntades e ilusiones de varios jóvenes: Fernando Tallada, Luis Tirado (actual delegado de Seo Bird-Life en Aragón ) y Miguel Vericad, que hasta hace poco ha sido consejero de Medio Ambiente del Consell de Ibiza. Luego llegaría su alianza y colaboración con otra organización, Adenar (Acción en Defensa de la Naturaleza) con Jesús Vallés.
Y pusieron en marcha el proyecto “Ursus-lupus” en el que planteaban la reintroducción del oso en el Pirineo y el lobo en varias sierras aragoneses, entre ellas las dos turolenses.
En este periódico, aquel joven Eduardo Viñuales, presidente de Medofosa explicaba:+ la condición sine qua non para la introducción del lobo en estas sierras es que tanto pastores como Ayuntamiento estén de acuerdo, que la Diputación General de Aragón se comprometa a indemnizar a los ganaderos que se vieran afectados y por último que las zonas donde no exista alimento suficiente se introdujeran corzos y ciervos. Añadía además que en la sierra de Albarracín el lobo mantendría el equilibrio en la población actual de ciervos.
Eso leíamos hace 30 años, en una información firmada por Teo Lozano, y los argumentos de Viñuales poco han cambiado: “Los grandes depredadores son fundamentales en el mantenimiento de la salud de los ecosistemas” y eso no es solo una frase, como ya defendía entonces. La presencia del lobo, explica, evita por ejemplo enfermedades en otras especies de grandes herbívoros como la cabra montés o los ciervos “que cuando hay superpoblación provocan graves daños en la agricultura”. Y es que el lobo va a cazar al animal más débil, al enfermo, pero esto también afecta por ejemplo a la población de jabalíes, que no para de crecer porque no tiene un depredador natural, o los conejos. “Esas poblaciones cinegéticas estarían más sanas” además de evitar esos daños por poblaciones excesivas”.
“El lobo puede ser una ventaja además desde el punto de vista turístico” añade porque “la sociedad avanza” y hay ejemplos sin irse muy lejos, en España, de que esto es una realidad como en la Sierra de la Culebra, donde hay un “turismo lobero”, ya que la gente acude allí para ver lobos y se ha generado, recalca, “un recurso de futuro para el medio rural”.
Inconvenientes
Reconoce que para los ganaderos la presencia del lobo, como la de otros depredadores, tiene inconvenientes, “es comprensible su postura, porque alguien afectado ve las cosas con otro matiz, es normal” pero insiste en que el mantenimiento de la ganadería y la conservación de la biodiversidad pueden ir de la mano: “La convivencia es posible”.
Ayudas necesarias
Por ello cree que son necesarias las ayudas a los ganaderos para adecuar las explotaciones a la presencia del lobo, en vallado o vigilancia del ganado y compensaciones por ataques que pueda haber, y achaca a la “desinformación y la cerrazón” posturas como rechazar esas ayudas. Y pone como ejemplo “si hay una enfermedad y no te vacunas puedes cogerla, pero una vez vacunado no hay problema” así que cree que, si se ponen las medidas para “adaptarse al factor nuevo” como puede ser el lobo esa convivencia es posible.
“Ahora hay ayudas, aunque todo sea mejorable, pero los que estamos por el lobo apostamos por la ganadería extensiva, el apoyo a los pastores y a los ganaderos, pastos de alta montaña… los ecologistas nos hemos cansado de hablar en favor de la ganadería extensiva” reitera.
La sociedad ha cambiado en estos años, aunque las reticencias de entonces también continúan. De aquella campaña recuerda la airada respuesta de los alcaldes rechazando la iniciativa “el lobo ni en pintura” recuerda Viñuales de algunos titulares de prensa.
En este periódico también se recogía esa contestación social en una información del 19 de enero de 1989 titulada La utopía del lobo, firmada por Teo Lozano: La noticia cayó como un jarro de agua fría, pese que ninguna institución pública ha manifestado al respecto sobre un proyecto exhaustivo de las dos asociaciones, y que no tiene más intención de momento que una propuesta. Los ganaderos de las zonas afectadas por la iniciativa se han manifestado en contra de que se baraje esta posibilidad, no solo en las sierras de Albarracín y Javalambre sino también en las zonas de hipotética reintroducción de Zaragoza y Huesca.
En esa información detallaban que las organizaciones ecologistas querían sensibilizar a la sociedad con exposiciones y charlas, especialmente en zonas contempladas como susceptibles de acogida de estos animales.
También recogía declaraciones del presidente de Adenar que decía que lo prioritario son la defensa de los intereses de los ganaderos y reconocen lo utópico de su proyecto en estos instantes, aunque les sorprende las reacciones en contra que están manifestando los ganaderos sin conocer con detalle cuál es el proyecto y los requisitos indispensables para que la idea se pueda llevar a cabo. Avanzaba que el proyecto Ursus-Lupus sería presentado en Zaragoza, con la asistencia del catedrático de la Universidad de Salamanca, Ramón Grande del Río, especialista en estos temas.
En aquella información leíamos que la propuesta no tenía el apoyo de todas las organizaciones ecologistas, puesto que el grupo turolense Otus la calificaba como una barbaridad y a su juicio mostraba el escaso conocimiento que tienen los promotores de la Sierra de Albarracín y Javalambre. Las sierras fueron elegidas, apuntaba Viñuales, por tratarse de zonas boscosas con presencia de los grandes herbívoros que son presas del lobo. De hecho, según se publicó en aquellos años los últimos ejemplares localizados por Aragón en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo se citan en Albarracín y Calmarza. Ahora el oso se ha asentado en los Pirineos, gracias a la reintroducción del Gobierno francés y la mejora de la población de oso pardo autóctono. Y se ha vuelto a constatar presencia del lobo en Aragón.
“Lo bonito de la lección que da el tiempo” reflexiona ahora Viñuales “es ver que ese sueño utópico de unos chavales en cierta manera se ha hecho realidad”, por la mano del hombre en lo que se refiere al oso en Francia, más sensibilizados que en España, y por “la propia naturaleza que lo ha propiciado” en el caso del lobo. “Es un proceso natural del lobo que está en expansión: ahora ha venido de Italia, otros vendrán de la parte de Soria y no es raro que lleguen a Teruel”.