Hemeroteca: la historia de la primera atleta española en unos Juegos comenzó en Castelserás
Carmen Valero tiene un palmarés con dos campeonatos del mundo y 25 títulos nacionalesQuizá lo más singular es que fue una de las 1.260 mujeres que compitieron en los Juegos Olímpicos de Montreal en 1976, porque era la única atleta española, y era la primera en pisar suelo olímpico. Pero en el largo palmarés de Carmen Valero, que tuvo una corta trayectoria deportiva, destaca que fue dos veces campeona mundial de cross, entre otros 25 títulos nacionales y 15 récords batidos.
La historia de esta mujer, nacida en Castelserás en 1955, tiene mucho de épica. De la propia de las competiciones en las que uno se mide frente a otros y a sí mismo, pero también de la que empuja a enfrentarse a los obstáculos más invisibles, los prejuicios que cerraban las puertas a las mujeres. Con los años ha comenzado a recibir los homenajes que merece su trayectoria, a nivel nacional y también local. Uno de ellos en su pueblo natal, Castelserás, el pasado año, y el más inminente el del Deporte Aragonés que le entregará el galardón de Leyenda del Deporte el próximo viernes en el Teatro Marín de Teruel.
En el reconocimiento que recibió de la Federación Española de Atletismo contaba que cuando participó en su primer mundial de cross en Rabat, los miembros de la Federación española no hicieron mucho caso a las chicas del equipo, porque decían que eran “culonas y pechugonas”. Pero Valero acalló las bocas de aquel machismo que era predominante en el atletismo, como en otros muchos campos a finales de los setenta, con triunfos incontestables en las carreras. “Me siento pionera y orgullosa de haber abierto camino a muchas mujeres” decía a este periódico en una entrevista, cuando recibió el homenaje su Castelserás natal el pasado mes de octubre.
Carmen Valero nació el 4 de octubre de 1955 en esta localidad del Bajo Aragón, de donde era su madre mientras que su padre procedía de La Cuba, aunque pronto emigraron a Cataluña. De su niñez, según leemos en las crónicas, ha contado que sus padres le colocaban un cascabel para saber donde estaba porque no paraba de correr.
Encontró en el atletismo una pasión que tendría su primer gran hito en la participación en los Juegos Olímpicos de Montreal, con tan solo 21 años. De aquella participación, encontramos una referencia en la hemeroteca de este periódico, que bien podría pasar desapercibida porque no encontramos los titulares que lo singular del momento requería, a nuestros ojos, ni siquiera una mención a su origen turolense. Así en el resumen que el periódico hace de la participación de España en aquellos Juegos Olímpicos, publicada el 2 de agosto de 1976, encontramos: ‘Carmen Valero, la única representante femenina española, no pudo con los 800 metros, ni con los 1.500 metros y fue eliminada en las series. En realidad, ambas distancias son cortas para las posibilidades de Carmen, que hubiera cumplido un mejor papel de figurar en el programa femenino una prueba como son los 3.000 metros obstáculos’. Nada encontramos en la hemeroteca de los dos campeonatos mundiales consecutivos que conquistó: aquel mismo año olímpico pero en febrero, en Chepstow, y al año siguiente, en 1977, en Düsseldorf.
Era una joven prodigio que puso todo su empeño en correr desde muy joven. “En Sabadell querían que hiciera fútbol y yo decía que no, que no me gustaba practicarlo” decía en la entrevista en este periódico. “La Sección Femenina, que es a través de la que se conseguía acceder a competir fuera, me ponía muchas pegas”, obstáculos porque “querían que jugara a fútbol porque sabían que corría mucho”.
Libertad para competir
Cuando por fin pudo dedicarse al atletismo no lo hacía de manera profesional: “Empecé a trabajar con 19 años en un banco y tuve que compaginar los entrenamientos con el trabajo” recuerda. Pero destaca la libertad de los atletas para competir, una libertad que no tienen ahora. “Yo me sentía como alguien que mandaba en mí, que disponía de mi tiempo, pero ahora los atletas tienen que responder ante los sponsors o ante las instituciones que ayuden. Yo, sin embargo, fui a las competiciones que me apetecieron y a otras no pude porque era mujer y no me dejaron”.
La han llamado “la reina del cross” porque esta fue su gran especialidad, a pesar de haber tenido una carrera corta, hasta los 25 años, tras una grave lesión y desencuentros con la Federación. Ha explicado que las mujeres atletas eran en aquellos tiempos invisibles, cuando no tenían que soportar los comentarios que las mandaban a casa “a fregar”, aunque cuenta que sus propios compañeros, con los que compartía entrenamientos, contestaban esos comentarios en muchas ocasiones.
Eran otros tiempos y ve los avances aunque “queda mucho por recorrer, pero si no hubieran salido personas como yo o como otras que apoyaron en su momento el deporte, no estaríamos donde estamos ahora”.
Y en la actualidad, cree, “están destacando más las mujeres que los hombres, aunque también es cierto que esto va a rachas”, pero “aunque ahora el deporte femenino es más profesional no hay toda la igualdad deseada”.
El próximo viernes recibirá en la XXII Gala del Deporte Aragonés que se celebrará en el Teatro Marín de Teruel el premio de honor Leyenda del Deporte. Destacan para concederle este galardón algunos de los hitos más importantes de su palmarés: dos veces consecutivas campeona del mundo de campo a través (en Chepstow 1976 y Düsseldorf 1977) y disputó dos pruebas en los Juegos Olímpicos de Montreal, en 1976. También fue 25 veces internacional y otras tantas, campeona de España en distintas especialidades entre 1972 y 1986 (de 800 metros, 1.500 metros, 3.000 metros, 5.000 metros, 1.500 metros en pista cubierta y campo a través). Una mujer de leyenda que ha sido reconocida con la Medalla de Plata de la Real Orden del Mérito Deportivo y considerada por la Asociación Española de Estadísticos de Atletismo como la mejor atleta española del siglo XX.