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Hemeroteca: la Casa de Teruel en Zaragoza, lugar de encuentro y altavoz para la provincia Hemeroteca: la Casa de Teruel en Zaragoza, lugar de encuentro y altavoz para la provincia
La información de la inauguración, tanto previa com la crónica posterior, tuvieron una gran repercusión en la portada de este periódico de hace cuarenta años

Hemeroteca: la Casa de Teruel en Zaragoza, lugar de encuentro y altavoz para la provincia

Este centro se inauguró hace ahora justo cuarenta años para arropar a todos los turolenses emigrados
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Un día grande para todos los aragoneses leíamos hace ahora cuarenta años. Con la recién estrenada autonomía y una Diputación General de Aragón en la que estaba casi todo por hacer, la Casa de Teruel en Zaragoza abrió sus puertas un 7 de abril de 1979, entre las promesas de que Teruel no debe continuar en su sempiterna marginación. Y añadía aquella portada que este espacio estaba llamado a ser no solo un “lugar de reunión” sino algo más, una “avanzadilla” de Teruel en la capital de Aragón, justo en un momento en el que “las autonomías abren a nuestra tierra unos insospechados horizontes de grandeza”.

Decía el periódico que se estimaba que en aquel momento había cien mil turolenses en Zaragoza, y teniendo en cuenta que la emigración continuaba, estimaban que serían más. Así que la Casa de Teruel se planteaba, leíamos en la edición del 7 de abril de 1979, como un espacio de convivencia para aquellos miles de turolenses, pero esperaban que fuera la avanzadilla de la provincia en Zaragoza, donde ahora van a residir poderes regionales de cierta importancia. Así se puede ayudar a levantar nuestra deprimida provincia natal, donde tantos problemas existen.

La destacada representación institucional en aquel acto inaugural da una idea de la importancia que se le concedía al momento. Juan Antonio Bolea, presidente de la Diputación General de Aragón, presidía la inauguración que era “un día grande para Aragón, para todos los aragoneses”, decía, ante representantes de las tres provincias y de las casas de Aragón en Barcelona y Rubí: Aseguró la identidad jurídica de Aragón, su existencia real, y animó sobremanera para que en esta hora los aragoneses unidos tengamos confianza y laboremos juntos para lograr la solución de los problemas, decía la crónica.

Ya entonces defendía que no se podía hablar de un centralismo de Zaragoza y que ante el proceso de la autonomía, tanto Huesca como Zaragoza y Teruel iban a tener el mismo tratamiento” y anunciaba que habría un reparto proporcional de recursos.

Bolea repasó problemas pendientes – regadíos, el Canfranc...- al igual que el presidente de la Casa, Vicente Calvo, lo hizo sobre la provincia de Teruel. De sus palabras, la crónica destacaba: “La alegría de esta inauguración, de este ponernos en pie los turolenses, de este intento de levantar cabeza, queda empañada por el dolor de que hoy y mañana más hermanos nuestros, más turolenses, más aragoneses, se verán obligados a dejar nuestros límites territoriales”.

Añadía que con el nacimiento de la Casa “aparece un rayo, un pequeño rayo de esperanza, que solo podrá conseguir metas importantes si los aragoneses aprendemos a batallar constantemente por nuestra región con una altura de miras”.

En primera persona

“Funcionábamos como un pueblo, con nuestras fiestas, nuestra organización, nuestras reinas... guardo recuerdos muy bonitos de aquellos tiempos, en los que empezamos con mucha ilusión”. Quien habla es el socio 28 de la Casa de Teruel en Zaragoza, Manuel Alcañiz. Tenía entonces 29 años y había dejado su Torrecilla de Alcañiz rumbo a Zaragoza, como muchos otros en aquellos tiempos. De aquella inauguración no recuerda mucho, pero sí que fue un día de fiesta y mucha emoción.

Participó en la puesta en marcha de aquella Casa que movieron desde varios grupos, recuerda. En su caso, la idea surgió a través de Horencio Andrés, de Molinos. “Estábamos lejos de casa y queríamos estar juntos, hablar de nuestras cosas, de las inquietudes de nuestros pueblos” así que entre todos fructificó el proyecto que permitiría también, apunta, que surgieran después otros como la peña vaquillera.

Esa necesidad de contacto con otros emigrados de la provincia era notoria en una época muy distinta a la actual, señala la presidenta actual de la Casa de Teruel, Mª Pilar Gutiérrez: “Pocos tenían coche para ir al pueblo. El transporte público que había tampoco era bueno y la economía no permitía ir tanto como ahora”.

Así lo recuerda también Manuel, que explica que tenían que salir a las 8 de la mañana desde Zaragoza para, jugando con los horarios que ofrecía el autobús, llegar a las 3 de la tarde a Molinos, el pueblo de su padre: “Los viajes eran costosos, no se iba solo para un día o un fin de semana”.

“Lo que más recuerdo de aquellos años” evoca cuatro décadas después Manuel “es el Día de convivencia que se organizaba en el parque de atracciones a primeros de verano”, pero también el festival de jota, las comidas juntos... Y que el día que acudías a la Casa de Teruel era “un día de fiesta”.

Ubicación

La mítica ubicación de la Casa de Teruel en la avenida de Valencia se describía en aquella crónica de la inauguración con detalle. El edificio tenía dos plantas, una abierta al público y otra dedicada solo para los socios. La fachada había sido remozada con el estilo de la cerámica mudéjar y presentaba los escudos de las tres provincias aragonesas con el fondo de la bandera de Aragón, todo ello realizado por Cerámicas Punter. Contaba con bodega, biblioteca y local para socios y espacios para eventos culturales. 

Entre los objetivos de la Casa estaba fomentar los productos de Aragón por lo que en el comedor habrá exclusivamente comidas aragonesas con prioridad, decía, para los productos turolenses.

Como curiosidad, detallaba que los 325 socios fundadores, de los 400 con los que nació, tendrán una jarrica de cerámica con su nombre y número de socio en el bar para utilizar cuando lo deseen.

En  la actualidad

Unas 300 familias siguen siendo ahora socias de la Casa de Teruel en Zaragoza, donde continúa la actividad aunque en otra sede, en la calle Navas de Tolosa. Mª Pilar Gutiérrez es la actual presidenta del centro, la primera mujer de la historia destaca, y en los dos años aproximadamente que lleva al frente busca revitalizar este centro, cuyo papel ahora es muy diferente al del origen. “La gente coge el coche el fin de semana y se va al pueblo, o  les llevan los hijos” y por eso “ya no necesitan tanto” esta conexión con su tierra. “Descendemos de Teruel pero ya no nacimos en Teruel. Somos de Zaragoza pero amamos Teruel” resalta. 

Así y todo, el centro intenta mantener una actividad constante, con clases de baile o las de indumentaria tradicional, en las que aprenden a elaborar trajes típicos que luego utilizan en la Ofrenda de Flores y Frutos de la fiesta de El Pilar de Zaragoza, que es uno de los eventos más numerosos que organiza la Casa, cuando movilizan hasta a 700 personas. La Casa de Teruel “es única” entre los centros regionales de Aragón por el mundo, cuenta la presidenta. Tiene rondalla propia, organizan también una fiesta medieval para la que también elaboran trajes y tienen una coral con la que realizan actuaciones en distintos puntos de Aragón. Además, se organizan actividades de ocio como viajes, catas de vino, degustaciones. Eso sí, la presidenta lamenta que a los jóvenes descendientes de turolenses les cuesta participar en estas actividades, “su conexión con el pueblo la hacen en las fiestas y los veranos” así que en la Casa tienen a “los jóvenes de 50 años”. 

Aún así, todavía hoy, se juntan para jugar al guiñote porque tienen “la primera escuela de guiñote de Aragón” destaca Pilar, y también hay muchos que acuden diariamente para leer DIARIO DE TERUEL, una conexión con su tierra natal que nunca olvidan.