Por Carla Barros
Bienvenidos y bienvenidas al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología.
En la travesía de la vida, nos enfrentamos a desafíos y adversidades que pueden poner a prueba nuestro bienestar emocional. Podríamos decir, de forma metafórica, que la resiliencia emerge como un haz de luz en la oscuridad. En el artículo de hoy me gustaría que me acompañases a explorar el fascinante mundo que hay detrás de la resiliencia, descubriendo cómo esta capacidad nos permite, no solo sobrevivir, sino también prosperar.
La resiliencia es mucho más que la simple habilidad de soportar “la presión”. La neurociencia nos revela que nuestro cerebro tiene una gran plasticidad, lo que significa que puede cambiar y adaptarse a nuevas circunstancias. La capacidad resiliente se ve relacionada con esta habilidad del cerebro, dándose una reorganización y formándose nuevas conexiones neuronales, lo que parece que nos lleva a un aprendizaje sobre nuestras propias experiencias y a enfrentarnos al futuro con mayor fortaleza. Se podría resumir en que nos ayuda a mantener el equilibrio en tiempos difíciles.
Me gustaría parar aquí unos segundos para hablaros de lo que sucedió el 11 de septiembre de 2001. Tal vez muchos de los que estáis leyendo estas líneas sepáis por recuerdos de otros qué es lo que pasó, o a lo mejor tú te encontrabas frente al televisor y vivenciaste este momento de alguna forma. Otras personas se enfrentaron de forma directa a ese atentado a las Torres Gemelas en EEUU. Un suceso que nos sacudió a todos de alguna manera… Después de lo sucedido, lo que se observó fue diferentes respuestas a nivel emocional y comportamental entre las personas afectadas. Mientras que algunas experimentaron síntomas del Trastorno de Estrés Post-Traumático (TEPT) como flashbacks, pesadillas y elevados niveles de ansiedad, otras no presentaron estos síntomas o los experimentaron de una forma más breve. ¿Qué puede explicar esta diferencia? Muchos autores otorgan a la resiliencia un papel protagonista como factor protector ante o durante el desarrollo del TEPT.
Como vemos a través de esta situación tan devastadora, la resiliencia no se muestra como una característica innata de todo ser humano, sino que parece que debe ser cultivada a lo largo de la vida. Factores como el apoyo social, la autoestima, la capacidad para resolver problemas, la habilidad para encontrar significado en las experiencias y la actitud de empoderamiento, desempeñan un papel crucial en el desarrollo de dicha capacidad.
Puede que hayas leído esto en multitud de ocasiones, pero contar con una red de apoyo sólida es como tener un ancla en medio de la tormenta. Las diferentes interacciones y el apoyo emocional de amigos, familiares o incluso comunidades, pueden marcar la diferencia en la capacidad de una persona a la hora de enfrentarse a desafíos y recuperarse de ellos de una forma adaptativa.
Se muestra, por tanto, como evidente que la resiliencia implica adoptar una perspectiva diferente hacia las adversidades. Puede que en algunas ocasiones caigamos en ver los problemas como obstáculos insuperables, tal vez engañados por nuestra propia mente… Sin embargo, una muestra de resiliencia se reflejaría en una interpretación de aprendizaje y crecimiento. Tal vez, a pesar de esa interpretación que nos ayuda a adaptarnos, si volviésemos con una máquina del tiempo al momento previo y pudiésemos elegir si vivirlo o no, puede que nos encontrásemos con un “no” rotundo… Pero, desgraciadamente, esto se escapa de nuestro control.
Al hilo de esto último, os lanzo la siguiente pregunta: ¿Significa esto que si desarrollamos dicha capacidad ya no vamos a sentir ese combo de emociones desgarradoras ante situaciones adversas? No, no va por ahí exactamente. La ola emocional va a llegar y nos va a atravesar. La diferencia reside en “lo que hacemos” una vez estemos calados hasta las entrañas de esa ola. Por supuesto, la resiliencia no implica negar o minimizar el impacto emocional de una situación adversa, simplemente reconoce el dolor y el sufrimiento, y después nos predispone a enfrentar y superar esos desafíos como podamos, saliendo así fortalecidos de esa situación.
Si sientes que esta capacidad aún no la tienes “registrada” en tu repertorio de herramientas, me gustaría dejarte por aquí algunas estrategias que pueden ayudarte a empezar o seguir cultivando la resiliencia en ti:
1) Fomenta relaciones saludables: Antes mencionaba la importancia de tener una red social bien tejida, puesto que mantener conexiones con otros crea un entorno de apoyo emocional donde expresarse en voz alta y compartir eso que nos ha pasado y que nos duele tanto, dándonos la oportunidad de recibir ayuda de una mano amiga.
2) Establece rutinas de cuidado en tu día a día: Los seres humanos somos animales de costumbres, y tener una rutina que podamos anticipar nos ayuda a regularnos y mantener una estabilidad de fondo que nos ayudará a recomponernos de las olas o tsunamis que nos visiten. Contar en esa rutina con ingredientes como el ejercicio, una alimentación equilibrada, una buena higiene del sueño y un espacio social saludable, entre otras cosas, nos ayudará a cuidar mente y cuerpo.
3) Desarrolla habilidades de afrontamiento: Lo más normal es que en nuestro día a día nos acompañe el estrés o la ansiedad para mandarnos mensajes sobre lo que pasa en nuestro entorno o cómo lo estamos viviendo. Es por ello que tener a mano técnicas de relajación efectivas para mí y sentirme bien armada de estrategias que me ayuden a resolver los conflictos que se presenten en mi puerta, va a fortalecer esta capacidad resiliente que estamos construyendo.
La habilidad de superar desafíos, adaptarse a las circunstancias adversas y florecer a pesar de la adversidad, es un recordatorio constante de la asombrosa capacidad y plasticidad que muestra el ser humano. Al comprender sus fundamentos y llevar a la práctica estrategias para desarrollarla, podemos enfrentar los retos de la vida con una fortaleza interior que nos impulsa hacia el crecimiento personal. En lugar de ver las adversidades como barreras infranqueables, la resiliencia nos invita a transformarlas en escalones transitables que nos permitan seguir la travesía vital. Así, la resiliencia se convierte en el faro que ilumina nuestro camino en los momentos más oscuros.
“No soy mis peores días,
no soy lo que me ocurrió”
– Rupi Kaur