Por Rubén Somalo Toyas
Bienvenidos, bienvenidas y bienvenides al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA abordamos temas y curiosidades relacionadas con la Psicología. Hoy vamos a dar pequeñas pinceladas a un gran tema: cómo las herramientas psicológicas pueden potenciar los vínculos de los progenitores con los/as/es hijos/as/es.
La Psicología y la Filosofía contextual parten de la perspectiva de que las personas somos únicas con nuestras circunstancias, experiencias y emociones.
Bien sabemos que en la infancia y adolescencia vivir situaciones como el bullying o algún tipo de violencia grave como abusos físicos, psicológicos o sexuales puede marcar nuestra forma de vincularnos con los demás.
Si a ti nunca te han golpeado o robado 3 encapuchados por la calle al lado de tu casa un viernes a las 22:00 de la noche, es probable que no te de miedo volver sola/o/e a casa. Pero si te ha ocurrido, es probable que los primeros días, simplemente estar en la calle al anochecer te genere miedo.
No obstante, puede que no debamos juzgar las decisiones o los tiempos de esa persona que cuando anochece se pone nerviosa/o/e, dice que no se encuentra bien y que quiere irse a casa.
La corriente de Psicología contextual es la que comprende el funcionamiento ante el miedo de las personas de una forma muy respetuosa, ya que pone el foco en validar el sufrimiento de la persona y tratar de devolverle nuevas formas de actuar ante situaciones aparentemente injustas.
¿Qué retos te pone la vida cuando el mundo te pide estar, pero lo único que te sale es huir a tu “lugar seguro”? ¿Qué valores son los que la corriente contextual le ofrece trabajar a la persona que pone una excusa al anochecer? ¿Cuáles creéis que son? Ya os los adelanto yo; el respeto, la autocompasión y la validación.
â ¿Acaso no tienes derecho a poder expresar en ese momento que te estás empezando a encontrar mal?
â ¿Acaso a ti no te gustaría poder dejar de contar tu “problema” y poder dar ayuda si a tu amistad se está empezando a tratar de ocultar su angustia?
â ¿Acaso no tienes derecho de permitirte priorizarte y pedir lo que te viene bien?
â ¿Cuántas veces es más fácil fingir, que sentir y expresar el dolor? ¿No es suficiente ya para ti con lo que te tocó vivir esa noche, como para que además tengas que revivir estas consecuencias en soledad?
¿Y respecto al cuidado de los/as/es hijos/as/es? ¿Cuáles son las acciones valiosas que los valores pueden aportar a los/as/es progenitores en momentos difíciles? Una de las principales barreras que pueden tener los/as/es madres/padres/adres, es la falta de implicación en la crianza por los agobios del día a día:
- El estrés, está hecho de la sensación de ahogo + la imagen de yo llegando tarde al curro + la sensación de sueño en los ojos + sensación de poca fuerza en las extremidades + la sensación de lentitud mental.
- La pereza, compuesta de la anticipación de sentirme arropado metido en la cama + la anticipación de la sensación agradable de silencio + las ganas de coger el móvil y sentir el gusanillo en los ojos de ver contenido en las RRSS.
- El enfado, puede estar hecho de las ganas de chillar para sentirme tranquilo/a/e y en silencio + la frustración de recordar ya haber pedido y corregido más de una vez + la sensación de injusticia de recordar todos los esfuerzos personales, laborales y familiares del día + la sensación de sentirme vacilado/a/e y maltratado/a/e.
- La apatía, hecha de la sensación de autómata que me mantiene haciendo lo mínimo + el pensamiento de “me es indiferente” o “tú sabrás” + la anticipación agradable de estar tranquila y sin anticipaciones de preocupaciones o decepciones.
¿Y todo esto va a potenciar mis habilidad para parar y pensar cómo puedo ser mejor progenitor? ¿Va a potenciar las ganas de expresar mi dolor y falta de empatía por mi hijo/a/e?
¿Estos sentimientos van a hacerme conectar con hablarle de una forma más compasiva si lo único que a mí me ayudaría es que sea una persona ordenada y organizada? ¿Me quedan ganas de pararme a hacer más cosas?
¿Acaso es justo tener que ser mejor progenitor si mis hijes/as/os no están haciendo nada a cambio? La respuesta seguramente es que no es justo, pero sí necesario.
Si de mi hijo/a/e necesito expresión, constancia y compromiso, ¿cómo puedo enseñarle estos valores desde lo que me es difícil a mí?
¿Qué percepción le estoy ofreciendo indirectamente a ellos/as/es si no saben las luchas emocionales que me han tocado y me tocan vivir en mi día a día? ¿Cómo voy a esperar que me reconozcan un poco si nunca me han visto llorar o dejarme ayudar? ¿Qué puedo hacer?
1. Aprender a conectar y esclarecer mis valores personales conmigo mismo/a/e y con mis hijos/as/es.
2. Trabajar los valores fuera de las situaciones vulnerables donde pierdo el rumbo:
â ¿Qué errores estoy cometiendo de forma inadvertida?
â Observar qué efectos a corto plazo las refuerzan y cuáles a largo plazo empeoran mi bienestar y el del resto.
â ¿Qué habilidades tengo que trabajar a nivel personal para poder actuar con los valores que me vienen bien como adre/madre/padre?
3. Aprender a reconocer cómo mis emociones se llevan mi atención sobre lo que es importante en el momento de la tensión:
â Observar: primero las sensaciones físicas – imágenes mentales – impulsos para poder no hacerles caso y ser capaz de hacer algo diferente con el objetivo de poner espacio entre emoción y acción.
4. Aprender a cómo compaginar la constancia y compromiso con el bienestar personal y familiar.
Poder llegar a todo esto exige un trabajo personal o acudir con un profesional que pudiera guiar en cómo aplicar todas estas directrices, por lo que con este artículo nos gustaría poder acercar las herramientas de autoevaluación y valores en el link del final de este artículo en psicara.com.