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Theo. Un jour,  un enfant Theo. Un jour,  un enfant

Theo. Un jour, un enfant

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Javier Hernández-Gracia

Las miradas del futbol son muchas y tan variables como el tiempo. Lo que un día es blanco al día siguiente es negro, o magenta, vete tú a saber, y según donde peque el balón es todo lo contrario; el Teruel se ha instalado en eso que llamaremos “momento feliz”, ya tocaba. Pero hay detalles brillantes, cuya importancia no depende del marcador o de dónde impacte la pelota.

El Teruel, que como he dicho muchas veces es un sentimiento forjado a temperaturas bajo cero, destila elementos de esos que entroncan directamente en lo mejor de los valores humanos, y sobre todo, con la gente menuda como protagonista. Mucho he escrito sobre el liderazgo de Taliby entre los más pequeños de la afición rojilla, el excelente compromiso del guardameta con esos chavales llenos de ilusión. Esto, más allá de un elemento meramente estético, constituye lecciones de muchas cosas en el mundo que nos toca vivir. Y es en esta temporada donde el tren de la magia y la ilusión de los más pequeños del Teruel tiene otro pasajero: Theo Le Normand.

Hay detalles que iluminan, por ejemplo, cuando en algunas de las celebraciones por sus goles, Theo abraza al chaval recogepelotas. Son esas cosas que no obedecen a plan alguno, demuestran la espontaneidad y los buenos sentimientos aflorando en un momento puntual y a la vez importante de un partido. Y calan: ya hace tiempo que algo está cambiando en la manera de ver el futbol de muchas niñas y niños de España; las estrellas mediáticas están lejos, las estrellas de tu equipo están cerca, y te abrazan, se hacen una foto contigo y firman un autógrafo en tu espalda, con una sonrisa de oreja a oreja.

El final del sufrido partido contra el Arenas de Getxo fue un nítido ejemplo de todo esto. Los niños que buscaron a Le Normand, recibieron la atención del jugador, la sonrisa, la paciencia, hubo fotos en la celebración con el Frente Mudéjar, en el centro del campo y en la entrada en los vestuarios... Y el jugador bretón estuvo sonriente, paciente y feliz, y las caras de la gente menuda lo decían todo, otros aficionados de esta camada joven estuvieron con Taliby, otros con Moha, y es que las grandes historias del futbol están llenas de sonrisas aunque en las broncas chiringuiteras no se hable de esto nunca.

Están las grandes ciudades y sus enormes estadios, pero hay vida más allá del hormigón. Deberíamos pensar en la cantidad de gente que sigue a los equipos de provincias, a los de la Segunda Federación, al futbol juvenil o al llamado futbol regional. Cada partido en cierta manera se construye un sueño, y en cuestión de soñar no hay competencia con el chico que lleva la camiseta de su equipo, que en muchos casos forma parte de su escuela de futbol, y que además recibe la atención y la sonrisa de ese jugador. Eso se llama valor humano, insisto. Este año lo vivimos intensamente con Theo Le Normand; un equipo tiene en lo humano parte de su energía. Y si pusiéramos un símil musical -ya que Le Normand además toca el piano- diríamos que la pieza final es buena porque la armonía es perfecta. Cuando en el fútbol hay sueños y corazón se convierte en una música que da energía al motor del éxito.

El domingo en Pinilla también fue el día de otro Theo, el socio más tempranero del Club Deportivo Teruel. Recién nacido, con doce días, estuvo ya en la grada con sus padres Enrique y Esther, una criatura bella de mirada limpia y felicidad a raudales. Partido, resultado y Theo, la tarde perfecta como para perdérsela, la moral por las nubes, casi había unanimidad en pedir el balón de oro para Le Normand, llevar a Marí a Eurovisión y por supuesto ¡Cabetas Selección!

A pesar de los resultados y de las malas rachas, en el fútbol hay buenos momentos, muy felices y con futuro. En Pinilla se pudo comprobar un 16 de Febrero. Con T de Teruel se escriben la sonrisa de Theo Le Normand firmando, rodeado de jóvenes fans; la alegría de Taliby y tantos niños que lo rodean cada partido; y la del bebé Theo que a sus doce días nos hizo caer en la cuenta de importarnos bien poco el Manchester City, estando como está el Club Deportivo Teruel. La felicidad de un día, un niño.