

“La historia de los amantes se dice que es falsedad, si lo fuera es tan bonita que merece ser verdad”. Con estos versos se introduce el Romance de Ciego de los Amantes de Teruel, escrito por el insigne periodista, pedagogo e ilustre Gregorio A. Gómez y recitado por Jesús Cuesta durante las Bodas de Isabel de Segura. Un romance de hermosas palabras que relatan la historia de amor más sublime y bonita jamás contada.
Una vez más se han quedado pequeñas las plazas del Seminario, la del Torico y la de San Juan, repletas de gentes llegadas de todo el mundo mientras escuchan, con un respetuoso silencio, los versos escritos por el gran maestro don Gregorio. Al profano le resulta llamativo que una sola persona lleve todo el peso del romance, aquí no se permite fallo alguno, ni traspiés que pudiera ser tapado por los compañeros de escenario. Por eso, quien lo recita, bien sabe que tiene que tener los nervios bien templados, algo que sólo se hace con la maestría, el tiempo y la sabiduría que sólo se adquiere con la constancia y el buen hacer. Y en estas artes Jesús Cuesta es harto ducho.
Aquí vemos al poeta en solitario, vestido de peregrino, como si relatara singular acontecer de villa en villa, como los antiguos juglares, trovadores o rapsodas que sin más salario que un poco de comida o unas monedas, canturrean sublimes cuentos de amor, de gestas inigualables o hazañas milagrosas adornadas de florituras difíciles de ser creídas.
Los ciegos, tan hábiles con las cítaras y la lengua, eran los relatores de las historias, los periodistas que por un bocado estaban dispuestos a transmitir el pasado, y si el trago fuera largo auguraban incluso el futuro, arropándolo con ingenio, del beneficio de grandes cosechas y vendimias. Estos hermosos relatos de ciego se repiten en muchos escenarios de Europa, uno que conocí muy de cerca es el del Misterio de Obanos, en Navarra, en cuya Fundación tuve el privilegio de formar parte representando a la Asociación de Amigos del Camino de Navarra. Allí el director, don Alfonso Segura, sabía de la importancia de la escena del ciego. Con qué arte los niños se sentaban a sus pies escuchando lo acontecido a los príncipes de Aquitania.
Concluyo como empiezo, agradeciendo a quien lo escribió, a quien lo recita y a quien se le ocurrió que una representación tan particular y única, tenga un epílogo tan hermoso y sublime. Gracias a todos, me habéis emocionado.