Síguenos
Prospectos Prospectos
banner click 236 banner 236
Juan Vicente Yago

Ya hemos llegado al punto sin retorno. Ya no hay otra salida ni valen medias tintas. La situación del planeta es tan dramática, la emergencia forestal es tan crítica, la catástrofe ambiental es tan apabullante que sólo revertirán si eliminamos los prospectos que acompañan las medicinas.

No hay papel, y fabricar más provocará el marasmo climático, la disnea colectiva, el fin del mundo. Hemos de sustituir cuanto antes el prospecto, la explicación legible, palpable, desplegable y sobre todo inmediata, por un código QR que contiene la misma información pero no tan inmediata y palpable sino guardada en el éter abstracto, en la región electrónica, en la dimensión ectoplasmática o cámara secreta de la nube.

Ya no bastará, como ahora, con destapar la cajetilla y deshacer la inimitable papiroflexia del prospecto; será imprescindible, para obtener información del fármaco, un teléfono móvil que abra el archivo igual que abre las puertas del infierno, y que cuente de paso a la cúpula lo que tomamos.

Una cosa más que haremos a través del teléfono. Es imposible abarcar en toda su extensión el beneficio que rinde a la del trueno saber qué tratamiento seguimos, qué cosas compramos, qué canales vemos, qué alimentos preferimos o dónde viajamos; pero lo cierto, porque se nota, es que tiene un interés loco en saberlo. El móvil se va convirtiendo en el gran hermano, en el ojo de Orwell, en el símbolo e instrumento de la distopía.

Y si la cosa de la celulosa está tan mal que han de suprimirse los prospectos, imprimir un libro debe de ser pecado mortal contra el dogma ecologisista. Todo ese papel, todos esos árboles guillotinados para que viva la prosa, toda esa naturaleza masacrada para que unos frikis experimenten la incomprensible fruición de tocar, oler y coleccionar las obras literarias. Habrá que suprimir también, pues, los libros, cerrar las imprentas, erradicar ese oficio maldito que nos deja sin oxígeno.

Si ese remanente de la sociedad que todavía no ha descubierto el alivio que proporciona el aturdimiento continuo se sigue obstinando en cultivar la serenidad y el silencio, en traficar con libros de papel y ocultarlos a la cúpula del trueno, la cúpula del trueno se lo impedirá por decreto, por sanción y hasta por incineración bibliográfica si hace falta. Que se compren un e-book; o mejor, que accedan a los textos a través del móvil, previo empellón al centinela QR para que informe de inmediato al comité.

Se sabrá qué leen, cuándo lo leen, cuánto tiempo invierten y en qué renglones fijan su atención. Saldrá un magnífico registro de conductas, un documento utilísimo para diseccionar al sector instruido de la sociedad; y será una estupenda manera de conservar la flora sin gastar dinero en árboles. Un ahorro.

Si están desapareciendo las entradas, los billetes de tren, las facturas, las cartas de los restaurantes, las notificaciones de los bancos y hasta los prospectos, los periódicos y los libros tienen los días contados. Los periódicos y los libros de papel y de lectura libre, anónima y auténtica.

La milonga ecologisista da mucho juego; como la feminisista o la historicisista. Es la ley de los efectos indirectos o carambolas ideológicas, de gran tradición en las dictaduras encubiertas: apuntar a un sitio y dar en otro, que decía el clásico.

Agitar el fantasma climático para cargarse la única experiencia completa de lectura y que sólo queden las experiencias parciales, fragmentarias, truncadas: los hábitos quebradizos. De la lectura en pantalla se pasa uno, sin apenas notarlo, al callejeo sin rumbo en la red social.

Pero a lo que íbamos: desaparecerá el prospecto de papel y quedará in albis un ochenta por ciento de usuarios, con lo que mejorará el ecologisismo pero se agravará el edadismo. Desaparecerá el prospecto y quedará la cajetilla, que igualmente son árboles cartonizados, y el malhadado plástico del blíster. Así que o nos llevamos el pastillamen suelto en la faltriquera o aquí hay gato encerrado, cruel modismo antianimalista que también, por supuesto, habrá que suprimir.