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Nuria Andrés

Ya han pasado las elecciones del 28 de mayo y si todos pensábamos que en este mes de junio, las conversaciones en la calle iban a volver a ser sobre el tiempo o los festivales, está claro que no será así.  La política se cuela en cada resquicio de nuestra intimidad, condiciona el acceso a la vivienda, a la universidad y, por supuesto,  a una sanidad pública digna. Es así, cualquier paso que des viene condicionado por una decisión política.

La realidad es que, a pesar de esto, en estos comicios del 28M, muchos jóvenes no han ejercido su derecho al voto. Podrás leer diferentes cifras de cuántos han sido los que no han acudido a las urnas, a cada cual más alarmante, aunque lo cierto es que el número de ellos pasa a un casi irrelevante segundo plano si alguien se detiene a escuchar sus razones: Muchos jóvenes no se sienten representados en el panorama político actual. Da igual lo que les cuentes, ya sea la historia de la lucha por el sufragio universal o lo que ha costado conseguir la democracia en España. Es el pasado.

En el presente, solo ven un atisbo de cambio que se prometió hace años y que nunca llegó. Un cambio que vuelve a resurgir quince días antes de la cita con las urnas y que luego se disuelve entre pactos y juramentos que la mayoría de la población no logra entender. Me encantaría decir que tienen razón y que la vida de un trabajador o estudiante no cambia sea quien sea el político de turno. Porque es verdad, unas elecciones no cambian el mundo, pero el mundo cambia mucho tras las elecciones.

En un país en el que comprarse una casa se ha convertido en un espejismo, en el que las mujeres tienen que sufrir la revictimización cuando son agredidas y en el que la sanidad pública cada vez está más escuálida, debes votar. Es nuestra única revolución.

Me encantaría que, tras este 28M, las páginas de los periódicos se hubieran vuelto a llenar de crónicas sociales, que ya no se hablara de disputas políticas, pero en menos de dos meses llegan las elecciones generales y debes votar, que nunca se olvide que la papeleta es nuestro hilo entre las urnas y la vida cotidiana.