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Memoria, dignidad, justicia y verdad Memoria, dignidad, justicia y verdad

Memoria, dignidad, justicia y verdad

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José Iribas S. Boado

Hace unos días, en representación de CampusHome, que colabora en la iniciativa, asistí en Pamplona a la inauguración de la exposición Rolando: 2:15-2:45. 50 años de la primera masacre de ETA.

Organizada por el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo y el Grupo de Narrativa, Violencia y Memoria de la Universidad de Navarra, esta muestra conmemora medio siglo desde el fatídico 13 de septiembre de 1974. Ese día una bomba colocada en la cafetería Rolando, de Madrid, arrebató la vida a 13 personas y dejó más de 70 heridos.

En aquellos años, la banda terrorista ETA no quiso asumir la autoría de este atroz atentado; una postura que mantuvo hasta años bien recientes, cuando finalmente reconoció su responsabilidad criminal.

La exposición, que ya ha recorrido algunas ciudades españolas, ofrece una visión detallada e impactante de los hechos. Sus distintos paneles intercalan los diferentes hitos del atentado con las historias personales de las 13 víctimas mortales, aportando una perspectiva humana a semejante tragedia.

Durante la inauguración, el testimonio final de Alicia Gómez Condado, hija de Fernando Gómez Vaquero, una de las víctimas, caló hondo en todos los presentes. Alicia compartió con valentía el dolor que aún perdura, transmitiendo al mismo tiempo una dignidad y humanidad que conmovieron a todos quienes asistíamos (había representantes de la Guardia Civil, víctimas del terrorismo y muchos miembros de la comunidad educativa).

Mientras escuchaba sus palabras, no pude evitar mirar a la audiencia, compuesta en su mayoría por jóvenes.

Muchos de ellos desconocen nombres como Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica Herzog, Manuel Giménez Abad, Ernest Lluch, Francisco Tomás y Valiente, y muchas otras víctimas del terrorismo de España entera.

Esta falta de conocimiento es preocupante. No podemos permanecer en silencio, ni pasar página como si nada hubiera pasado, cuando hay más de 850 víctimas mortales, miles de heridos, extorsionados y varios cientos de miles de personas que tuvieron que dejar su tierra natal para huir de la banda terrorista ETA.

Este olvido hacia los execrables hechos y sus autores (muchos de los cuales campan ya a sus anchas) llama la atención escandalosamente. Especialmente en unos tiempos en que tanto se hace alusión a la memoria histórica. ¿Vamos a hacer que quede en el olvido la más reciente, como si nada hubiera pasado?

Es esencial mantener viva la memoria y educar a las nuevas generaciones sobre los horrores del terrorismo.

Es nuestro deber moral apoyar, promover y difundir eventos como esta exposición, que buscan honrar a las víctimas y garantizar que su memoria perdure. Solo así podremos construir una sociedad más justa y consciente de su historia. Necesitamos reivindicar la memoria, dignidad, justicia y verdad.

No lo olvidemos.