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Javier Gascó
Hoy, una semana después del magistral triunfo conseguido por las 23 jugadoras de la selección española, todo el mundo continúa hablando de fútbol femenino, aunque no de la manera en la que debería hacerse. Pese a ello, es inevitable opinar de cualquier otra cosa que no derive de ese maldito beso que emborronó la hazaña del pasado domingo. Y es que, más allá del famoso pico, se han ido sucediendo acontecimientos avergonzantes día tras día.

Entre todos ellos, la rueda de prensa del susodicho para mostrarse ante su grupo de palmeros como un superhéroe que trata de salvar al fútbol fue el más repugnante.

A toro pasado y con Rubiales sentenciado por diferentes organismos de poco sirve publicar comunicados condenando su actuación cuando un par de días antes se ovacionaban sus bobadas como si de un meeting político se tratase.

De hecho, los aplausos de Jorge Vilda y de Luis de la Fuente me generaron un sinfín de dudas que, bajo mi humilde opinión, creo que ambos deberían responder. Así que me veo en la obligación de realizárselas, o al menos lanzarlas para la reflexión: Señores seleccionadores, ¿tanto le deben a Rubiales como para aplaudir cada una de sus patéticas afirmaciones?

Él es su jefe, claro está, pero, ¿no se les cae la cara de vergüenza al mostrar su apoyo a un tipo que con su comportamiento ha conseguido hacer olvidar la gesta de las chicas de la selección traspasando barreras impensables en la actualidad?

Ya que su jefe no ha sido capaz de reconocer su error -que ni mucho menos es el primero que comete- ¿no podrían haberle hecho ver en ese momento de furor que su bravuconería hace muy poco bien a una sociedad que pretende erradicar comportamientos machistas y obscenos como los suyos?

Rubiales tiene los días contados al frente del cargo. Y ante eso, les hago una última pregunta. Más allá de comunicados y de disculpas vacías, ¿ustedes también se van a aferrar a sus banquillos y no van a plantarse? Quizás es el momento de demostrar hacia dónde queremos que avance el fútbol español y que los seleccionadores se encarguen de dar ejemplo.