

¿El líder nace o se hace? Qué elegancia el presidente de Ucrania delante de Donald Trump, que lo citó en la Casa Blanca para humillarlo delante de una cámara de vídeo que transmitía en riguroso directo para todo el mundo. Qué saber estar ante un periodista que le pregunta, de muy malas maneras, por qué se presenta ante el presidente de Estados Unidos en traje de combate y no con una chaqueta y corbata.
- Me pondré un traje cuando acabe esta guerra. Sí, tal vez, tal vez algo como el tuyo. O tal vez algo mejor. No lo sé, ya veremos. Tal vez algo más barato.
“¡Bravo!”. Me levanté de la silla cuando escuché al presidente de Ucrania, ese hombre que lleva al frente de una injustísima guerra tres años, con sus treinta y seis meses consecutivos sin tregua y sin fuerzas, pero sin miedo y con una dignidad que ya quisiera tener más de un líder mundial.
Muchos creían que Zelenski claudicaría ante un Donald Trump arrogante, que le pide la rendición y que entregue la explotación de sus minerales a cambio de perdonarle la vida. ¿Y para este viaje hacían falta estas alforjas? El ucraniano demostró ser un hombre que se viste por los pies y que ama a su pueblo por encima de todo. Se negó a cederle parte de su territorio porque sí y, con su dignidad intacta, se levantó y abandonó Estados Unidos, no sin antes ofrecer una entrevista televisiva para explicar al mundo entero cuál era su postura ante un ataque despiadado, cruel, maquiavélico, injustísimo.
¿Qué es eso de que el que tiene que buscar la paz es el agredido, mientras el agresor continúa agrediendo? En un mundo donde faltan políticos que estén a la altura de las circunstancias, ver a Zelenski no doblegarse ante los dos hombres más poderosos del mundo, Donald Trump y Vladimir Putin, me hizo volver a creer en las personas.
Zelenski ganó por más de un 73% la segunda vuelta de las elecciones en abril de 2019 contra Petro Poroshenko, un político más tradicional y representante de los círculos de poder ucranianos. El nuevo presidente era tan diferente a los políticos que habían liderado el país desde su independencia en 1991... Estudió Derecho, pero se dedicó al entretenimiento y a la interpretación y se convirtió en un rostro conocidísimo en la televisión de todo el país. De hecho, cuando su figura política caló entre la ciudadanía, sus rivales políticos tiraron de sus actuaciones más cómicas, como el doblaje del osito Paddington o su triunfo en el Mira quién baila local, para intentar menoscabar su reputación. Consiguieron el efecto contrario.
Se le criticó mucho cuando llegó al poder porque sus intentos por erradicar la corrupción no avanzaron tan rápido como él prometió. También dio bandazos sobre su percepción del riesgo de invasión. Unos días la veía cercana y, otros, transmitía calma a sus compatriotas. Lo que vino a principios de 2022, tres años después de asumir el cargo, todos lo sabemos.
La decisión de Zelenski de quedarse en Kiev desde el primer día de la invasión, rechazando las ofertas de Estados Unidos y de Turquía para salir del país, le auparon hasta lo más alto de la popularidad, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Desde entonces ha pedido ayuda a todo el mundo, pero Ucrania sigue ahogada por la mano negra de Putin, que se resiste a renunciar a quedarse con parte del territorio invadido. Cuando Estados Unidos le ofreció ayuda para salir de Kiev, Zelenski contestó: “Necesito municiones, no un viaje”, una frase que se convirtió en eslogan en minutos.
Zelenski aprovecha las redes sociales para pedir ayuda y apela directamente a los líderes mundiales, a los que ha visitado cada vez que puede, y deja afirmaciones que hielan el corazón, como esta: “Hoy los ucranianos son un símbolo de lo que significa ser invencible. Un símbolo de que la gente de cualquier país puede convertirse en la mejor gente de la tierra en cualquier momento”.
Tras el encuentro fallido con Donald Trump, que suspendió inmediatamente la ayuda militar a Ucrania, Zelenski se tragó el sapo y este martes volvió a pedir un acercamiento para conseguir una paz duradera. ¿Acaso tenía otra opción?
- Me pondré un traje cuando acabe esta guerra. Sí, tal vez, tal vez algo como el tuyo. O tal vez algo mejor. No lo sé, ya veremos. Tal vez algo más barato.
“¡Bravo!”. Me levanté de la silla cuando escuché al presidente de Ucrania, ese hombre que lleva al frente de una injustísima guerra tres años, con sus treinta y seis meses consecutivos sin tregua y sin fuerzas, pero sin miedo y con una dignidad que ya quisiera tener más de un líder mundial.
Muchos creían que Zelenski claudicaría ante un Donald Trump arrogante, que le pide la rendición y que entregue la explotación de sus minerales a cambio de perdonarle la vida. ¿Y para este viaje hacían falta estas alforjas? El ucraniano demostró ser un hombre que se viste por los pies y que ama a su pueblo por encima de todo. Se negó a cederle parte de su territorio porque sí y, con su dignidad intacta, se levantó y abandonó Estados Unidos, no sin antes ofrecer una entrevista televisiva para explicar al mundo entero cuál era su postura ante un ataque despiadado, cruel, maquiavélico, injustísimo.
¿Qué es eso de que el que tiene que buscar la paz es el agredido, mientras el agresor continúa agrediendo? En un mundo donde faltan políticos que estén a la altura de las circunstancias, ver a Zelenski no doblegarse ante los dos hombres más poderosos del mundo, Donald Trump y Vladimir Putin, me hizo volver a creer en las personas.
Zelenski ganó por más de un 73% la segunda vuelta de las elecciones en abril de 2019 contra Petro Poroshenko, un político más tradicional y representante de los círculos de poder ucranianos. El nuevo presidente era tan diferente a los políticos que habían liderado el país desde su independencia en 1991... Estudió Derecho, pero se dedicó al entretenimiento y a la interpretación y se convirtió en un rostro conocidísimo en la televisión de todo el país. De hecho, cuando su figura política caló entre la ciudadanía, sus rivales políticos tiraron de sus actuaciones más cómicas, como el doblaje del osito Paddington o su triunfo en el Mira quién baila local, para intentar menoscabar su reputación. Consiguieron el efecto contrario.
Se le criticó mucho cuando llegó al poder porque sus intentos por erradicar la corrupción no avanzaron tan rápido como él prometió. También dio bandazos sobre su percepción del riesgo de invasión. Unos días la veía cercana y, otros, transmitía calma a sus compatriotas. Lo que vino a principios de 2022, tres años después de asumir el cargo, todos lo sabemos.
La decisión de Zelenski de quedarse en Kiev desde el primer día de la invasión, rechazando las ofertas de Estados Unidos y de Turquía para salir del país, le auparon hasta lo más alto de la popularidad, dentro y fuera de las fronteras nacionales. Desde entonces ha pedido ayuda a todo el mundo, pero Ucrania sigue ahogada por la mano negra de Putin, que se resiste a renunciar a quedarse con parte del territorio invadido. Cuando Estados Unidos le ofreció ayuda para salir de Kiev, Zelenski contestó: “Necesito municiones, no un viaje”, una frase que se convirtió en eslogan en minutos.
Zelenski aprovecha las redes sociales para pedir ayuda y apela directamente a los líderes mundiales, a los que ha visitado cada vez que puede, y deja afirmaciones que hielan el corazón, como esta: “Hoy los ucranianos son un símbolo de lo que significa ser invencible. Un símbolo de que la gente de cualquier país puede convertirse en la mejor gente de la tierra en cualquier momento”.
Tras el encuentro fallido con Donald Trump, que suspendió inmediatamente la ayuda militar a Ucrania, Zelenski se tragó el sapo y este martes volvió a pedir un acercamiento para conseguir una paz duradera. ¿Acaso tenía otra opción?