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El tren de la bruja El tren de la bruja

El tren de la bruja

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Javier Silvestre

Si no han visto este fin de semana el tren turístico que circula por Teruel no es por las inclemencias meteorológicas, sino por la desastrosa gestión que se está haciendo desde el Ayuntamiento de esta atracción para visitantes. Desde que el conductor titular sufriese un problema de salud y tuviese que estar de baja, ha salido a relucir toda la basura que se escondía bajo los guardabarros de un servicio que depende directamente del Palacio de Exposiciones y Congresos.

Voy a empezar por la más grave del asunto: la falta de seguridad del tren turístico. No es ningún secreto que se estropea cada dos por tres. Me cuentan que desde 2022 ha habido 30 días en los que se ha quedado sin dar servicio por alguna avería. El tren tiene muchos problemas, pero el más preocupante es con los frenos, que también le han fallado en más de una ocasión. Ha querido la fortuna que estos fallos mecánicos hayan ocurrido en zonas en llano, excepto en septiembre del año 2021, cuando el tren chocó contra un turismo mal aparcado -por suerte- delante del hotel Cristina porque le fallaron los frenos cuando iba cargado de gente bajando por la calle del Salvador. ¿Se imaginan qué habría pasado si se empotra directamente contra el muro bajo que da a la calle San Francisco? Mejor ni pensarlo.

Es decir, que hay más riesgo subiendo al tren turístico que aventurándose en el Dragon Khan de Portaventura. Me cuentan que incluso hay una denuncia presentada ante la Jefatura Provincial de Tráfico y que ésta ha llegado a alcaldía sin que se haya tomado ninguna medida para mejorar la seguridad, ni de los pasajeros, ni de los conductores del tren. 

Y digo conductores porque cada poco tiempo hay uno nuevo. ¿Por qué? Porque nadie quiere ponerse a los mandos de semejante cachivache y menos con las condiciones laborales que ofrece. Podríamos empezar por el calor que se pasa en la cabina en verano, donde una inspección de Trabajo ya sancionó a la empresa porque se alcanzan temperaturas superiores a los 40 grados. Al parecer, también ha habido más de una denuncia por las jornadas de trabajo, que incumplen el convenio colectivo.

Eso por no decir que los que se aventuran a llevar el tren tiene que ser, además de conductores, mecánicos, personal de limpieza entre viaje y viaje, y guía turístico de apoyo de la ciudad. Dirán ustedes: “al menos cobrarán bien…” Pues el salario que se ofertaba era de 24.000 euros brutos anuales trabajando absolutamente todos los fines de semana y el verano entero. Como tampoco se encontraban candidatos, de ahí se pasó a ofrecer 15 euros a la hora. Saquen ustedes cuentas… y conclusiones.

Así las cosas, el hasta ahora conductor que reemplazaba al que lo había dejado tras sustituir al titular que sigue de baja, ha dicho que no le sale a cuenta y que lo deja. Y volveremos a tener el tren parado (aunque vistas las condiciones de seguridad, casi mejor para evitar una desgracia).
Hay muchos más datos, denuncias y juicios aún abiertos por este tema, pero sería complicar aún más un asunto que, en el fondo, es bien sencillo: no puede permitirse que un servicio que depende directamente de la administración local esté tan mal gestionado. No es admisible el trato laboral para los conductores; no es creíble que no haya conductores dispuestos a trabajar y quizás hay que plantearse la condiciones en que lo hacen; y no es de recibo que se ponga en peligro a las personas que se suben a este atractivo turístico por las nefastas condiciones mecánicas del mismo.

¿Si el Ayuntamiento hubiese subcontratado este servicio a una empresa privada no le habrían abierto ya varios expedientes viendo que cada dos por tres no hay conductores, que les llegan denuncias de la inspección de Trabajo y que ha tenido serios problemas con los frenos? Estoy convencido de que sí. Así que quizás habría que tener el mismo nivel de exigencia con uno mismo que el que se tendría con una subcontrata. Y que nadie en los despachos ponga cara de sorpresa al leer esta columna porque esto lo sabe hasta la que lleva la escoba del tren de la bruja.