Por Alba Nicolás Agustín
Bienvenidos al Rincón de la Psicología, un espacio donde todos los miércoles, las psicólogas y psicólogos de PSICARA (Psicología Aragonesa en Acción) abordamos temas y curiosidades relacionadas con la psicología. Esta semana dedicaremos este espacio a hablar sobre algunas de las experiencias que muchos inmigrantes viven a lo largo del proceso migratorio, en concreto se va a hablar sobre el El síndrome del inmigrante con estrés crónico y múltiple o Síndrome de Ulises (término achacado por Joseba Achotegui).
En primer lugar, habría que aclarar que esta página de periódico no incluye ni una milésima parte de cualquier experiencia vivida en primera persona por individuos viviendo estas experiencias. Hay mucha gente que tiene que partir de sus hogares en busca de algo que consideran mejor, eligiendo en este caso, entre muchos otros destinos, España como nuevo lugar de residencia. En este artículo se va a hablar concretamente de la problemática que viven algunos inmigrantes que residen en España.
Algo importante a destacar previamente es que estas características que se van a describir a continuación pueden llegar a ser completamente diferentes entre unos individuos y otros. Por otro lado, incidir en que la migración en sí misma no causa un trastorno mental, pero supone un factor de riesgo que aumenta la posibilidad de que éste ocurra cuando: existe cierta vulnerabilidad en el individuo (tener pocos recursos: personales, sociales, económicos o legales), el nuevo entorno es hostil, o si se dan ambas circunstancias a la vez.
Se estima que en España podría haber un millón de personas afectadas.
El nombre “Síndrome de Ulises” hace referencia al héroe griego de La Odisea que sufrió diversos acontecimientos y peligros en su viaje lejos de sus seres queridos.
Aquí un aporte de la historia: “y Ulises pasábase los días sentado en las rocas, a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas, fijando sus ojos en el mar estéril, llorando incansablemente” (...) “me preguntas Cíclope cómo me llamo… voy a decírtelo. Mi nombre es nadie y nadie me llaman todos”.
La migración supone una situación estresante en la vida de aquellas personas que deciden migrar, es incomparable con cualquier otra circunstancia ya que ninguna genera tantos cambios vitales en todas las áreas (tierra, familia, amigos, trabajo, educación, lengua, cultura, etc.). Una situación tan novedosa suele generar estrés, que, si es prolongado a lo largo del tiempo, podría llegar a ocasionar en el inmigrante el Síndrome de Ulises.
Éste es definido como: “síndrome de naturaleza psicológica que se caracteriza por un estrés crónico, asociado a la situación de inmigración, que supera la capacidad de adaptación de la persona y lo predispone a desarrollar ciertas dolencias”.
Algunas de las circunstancias que potencian este estrés son: la separación de los seres queridos, la soledad en el nuevo país; el fracaso en el viaje por la ausencia de oportunidades y no encontrar trabajo; la lucha por la supervivencia (búsqueda de alimento, de un techo); el miedo ante las circunstancias del viaje (ir en patera o ir escondidos en camiones); los déficits en redes de apoyo social, el miedo a ser detenido y expulsado, la indefensión que genera el carecer de derechos…
Todo ello genera una situación de incertidumbre, baja sensación de control ante las nuevas circunstancias, constante estrés, que puede llegar a derivar en problemas de salud mental.
Las personas que sufren este síndrome suelen tener síntomas depresivos (tristeza, llanto, culpa, pérdida de interés, incluso ideas de muerte o suicidio), ansiedad (tensión, insomnio, irritabilidad, pensamientos recurrentes…), somatización de este estrés en fatigas, dolores de cabeza, migrañas, etc. Todo ello repercute no solo en su salud mental, sino en la capacidad de adaptación al nuevo país.
Con esta sintomatología es más difícil enfrentarse a las necesidades del día a día, encontrar trabajo, relacionarse con los demás y con ello (en los no hispanohablantes) aprender el idioma.
El proceso migratorio actualmente llega a acarrear en millones de personas unos niveles de estrés tan elevados que pueden superar la capacidad de adaptación de los seres humanos. Aunque, paradójicamente el ser humano tiene una gran capacidad de emigrar y es una de nuestras grandes ventajas en el éxito evolutivo.
Entonces cabe preguntarse ¿cómo se puede explicar que hoy en día emigrar esté afectando de esta manera en la salud mental a tanta gente? Según la investigación de Achotegui, nunca se habían presenciado situaciones tan dramáticas como las de ahora.
Considera que existe una gran deshumanización a la hora de plantear las migraciones actualmente, viéndose reflejado en que se están dejando a un lado los sentimientos y las vivencias de los protagonistas de la migración: los inmigrantes.