

La verdad es que no me he atrevido con la columna que iba a escribir: “Dolor y sufrimiento”. El otro día me hicieron ver la diferencia en una de esas charlas motivacionales a las que voy de tanto y tanto y luego les traslado y todavía no me he recuperado de ser consciente de esa diferencia entre sentimientos que a menudo conviven.
No me he ido en esta última columna del invierno, sin embargo, al lado amable o jocoso de la vida. La verdad es que pintan bastos en tantos ámbitos que a veces a una hasta le sabe mal reírse (con la falta que hace…).
Y sí, me he decantado por hablar de esos chavales que en pleno crecimiento que ya han sido capaces de asesinar a la persona que cuidaba de ellos cuando la sociedad, empezando por sus padres, prácticamente les había abandonado.
La información es confusa y no sé si los chavales estaban con medidas a la espera de mayoría de edad penal o si estaban en un piso tutelado porque sus padres ya no cuentan con su patria potestad. A fin de cuentas, dos chicos y una chica sin arraigo, con capacidad para ejercer la violencia y con un historial delictivo nada acorde a su corta edad.
Siempre ha habido chicos malos. Desde el cafre del colegio hasta el matón de barrio que atemorizaba a los diferentes. Tampoco vamos a creer que la maldad es un invento del siglo XXI. Pero en los chavales de antes que vivían al filo sí existían, aunque a veces muy en el fondo, unos valores que permitían que la madurez les llegase con oportunidades de enmienda.
La diferencia con lo de hoy es la crisis de valores. Una columna que ha dado muchas vueltas esta semana de Ana Iris Simón a cuenta de la enseñanza de la religión ponía el foco en algo que va más allá de la defensa de uno u otro credo: por no ofender, por mantener el laicismo (en la versión anticatolicismo exclusivamente) los chavales carecen de muchas claves culturales y, me atrevo a decir (yo que me pasé a Ética en cuanto pude), de valores fundamentales para la convivencia. Por supuesto, no es sólo eso. Pero por algo se empieza a vaciar de valores una sociedad.