Hablar de la Vaquilla en el mes de diciembre y con temperaturas rozando el bajo cero debería estar penado por ley, pero me voy a arriesgar.
Hace más de dos años publiqué en este mismo espacio una columna titulada la Vaquilla escondida en la que me preguntaba por qué Teruel no promocionaba jamás nuestra fiesta principal.
Explicaba que, de feria en feria, se vendía Teruel con el reclamo de los Amantes, Las Bodas de Isabel, el mudéjar Patrimonio de la Humanidad, los dinosaurios o el jamón, pero se obviaba el evento que más gente atrae durante el año a la ciudad.
Decía entonces, y lo sigo manteniendo hoy, “que la Vaquilla, en contra de lo que piensan algunos de sus detractores, no es la fiesta del macrobotellón, la suciedad o unos días en lo que todo vale; todo lo contrario. La Vaquilla es la fiesta de la transformación, de la alegría, de las tradiciones y, especialmente, la fiesta en la que nadie se siente de fuera”.
Hoy, 7 de diciembre de 2019, me alegro de que esa columna se vaya a la basura, porque esta semana el Ayuntamiento ha anunciado que la Vaquilla se va a promocionar en Fitur y en todas las ferias turísticas a las que vaya la ciudad.
Lo que yo escribí hace más de dos años no era una idea propia, todo lo contrario, simplemente puse en el papel lo que desde hacía tiempo venía pidiendo Interpeñas, en general, y muchos vaquilleros en particular: promocionar una fiesta de la que la mayoría de turolenses estamos muy orgullosos.
Me alegro de que el Ayuntamiento de Teruel haya dado este paso; me alegro de que los visitantes de Fitur vean una imagen de la plaza del Torico llena de gente el sábado de la Vaquilla; me alegro de que, por fin, la Vaquilla deje de estar escondida y se ‘venda’ junto a los Amantes, el jamón o los dinosaurios.
Y sobre todo me alegro por Chencho, Eva, Miguel Ángel, Mamen y muchos otros vaquilleros que cada año, el domingo más cercano a San Cristobal, se quejaban de que Teruel no supiera vender como merece la mejor fiesta del mundo.