Según nuestras investigaciones (Prensa histórica contemporánea en la provincia de Teruel. IET, 2019), a lo largo del siglo XIX y XX se publicaron entre Teruel capital, Alcañiz y otras localidades de menor entidad, más de 200 cabeceras periodísticas de tal manera que el número de directores y redactores que escribieron artículos e informaciones en estos diarios es difícil de calcular pero es seguro que superaron el millar.
De lo que sí tenemos la certeza es que la mayoría de las personas que escribían en los diarios no solían ser periodistas, esto es, no tenían un título universitario obtenido en la facultad de Periodismo o de Ciencias de la Comunicación, entre otras razones porque no existía una carrera como tal. En muchos casos, difícil de estimar su número, su dedicación al periodismo era parcial: poseían una formación cultural superior a la mayoría de la población lo que les permitía redactar los textos pero su ocupación habitual o profesional no era la de periodista.
Entre las firmas que encontramos en sus páginas aparecen comerciantes (Eusebio Mullerat), notarios (Jesús E. Taboada), maestros (Ros Monzón, Pueyo Artero o Miguel Vallés que dirigió La Provincia), catedráticos (Juan Sapiña que fue director de ¡Adelante!), abogados (Gregorio Vilatela, lo fue de República) el archivero Antonio Floriano, veterinarios (Hernández Aldabas, de Santa Eulalia), funcionarios (León Cano Jarque )... No obstante, tenían la consideración todos ellos de "periodistas" y como tal figuraban habitualmente en la prensa.
También sabemos que, como ocurre mayormente ahora, estos periodistas estaban mal pagados y en este sentido los ingresos obtenidos por sus trabajos servían para complementar mínimamente los obtenidos por las otras profesiones que también eran muy reducidos, especialmente los de los funcionarios. De estos pagos precarios tenemos testimonios de algunos de ellos como los de León Cano o Antonio Floriano que siempre se quejaron de los escasos emolumentos que percibían por sus galeradas o por sus artículos de opinión en la prensa.
No es de extrañar, pues, que en 1916 surgiera la idea, ya existente en otras ciudades, de fundar una asociación de la prensa con fines mutualistas, de ayuda mutua, aunque dudamos de esta intencionalidad en el caso de Teruel porque desconocemos el contenido de sus estatutos y porque las actividades que llevó a cabo no fueron de este tipo. No obstante, en otras ciudades las asociaciones de la prensa se planteaban la construcción de las llamadas casas baratas o el auxilio para hijos huérfanos de periodistas, por ejemplo.
La fecha concreta de la constitución de la que creemos que fue la primera Asociación de la Prensa de Teruel, con una veintena de asociados/fundadores, correspondió al 13 de mayo de 1916, según noticia aparecida en El Cronista de Teruel. El presidente electo fue Vicente Legido, "corresponsal de importantes rotativos madrileños" en la capital.
La Asociación nació con ímpetu y con ganas de realizar actividades de tipo cultural porque una de las primeras decisiones fue la de creación de una biblioteca popular que pudiera abastecer de libros a los turolenses. El diputado liberal por Teruel Royo Villanova enseguida tomó interés por el asunto y concedió a la institución naciente "una biblioteca popular y una colección escogida de libros".
A finales de 1916 la Asociación decidió homenajear a Jerónimo Lafuente, fallecido en 1899, ya que, aparte de sus trabajos literarios y artículos periodísticos, había sido director de la celebrada Revista del Turia. Le llegaba así el primer -y creemos que único- reconocimiento que le dedicó la ciudad al "ilustre literato y periodista" Jerónimo Lafuente. La idea partió de uno de los periodistas más brillantes de la época: Víctor Sancho y Sanz de Larrea ("Juan de Teruel"). El Consistorio, "haciéndose intérprete de los sentimientos de admiración de los turolenses" hacia Lafuente, se sumó al homenaje además de aportar 150 pesetas que incrementaron lo recaudado por la Asociación que había abierto una suscripción popular. Con la presencia de la familia, banda de música, miembros del Ayuntamiento... se formó una comitiva que partiendo de las casas consistoriales, se desplazó hasta el nº 25 de la calle Carrasco (actual Tomás Nougués) para colocar una placa en la fachada de su domicilio con este texto: "A Jerónimo Lafuente literato y periodista turolense. La ciudad" . Intervinieron el alcalde y el Miguel Vallés quien subrayó que no le correspondía hablar a él sino a algún representante de la Asociación de la Prensa, cosa que no ocurrió ya que cierto sector de dicha entidad no estaba de acuerdo con realizar este homenaje a Lafuente y colocar la placa que desapareció del vial urbano y suponemos que fue "la guerra" la que acabó con ella.
En el mes de marzo de 1917 surgieron críticas razonables por parte de algunos de los socios en tres sentidos: no se habían celebrado las conferencias "anunciadas a bombo y platillo"; no se había renovado la Junta de la Asociación y no se había puesto en marcha la biblioteca pública pese a que la Sociedad Económica Turolense de Amigos del País les había prestado un local con este fin.
Ante estas críticas, en el mes de abril se eligió a un nuevo presidente (Nicolás Monterde) y a varios socios honorarios en una cena por todo lo alto en la Estación en "un acto de franca amistad entre periodistas". Daba la impresión de que la Asociación funcionaba con normalidad, pero en el mes de mayo, la Asociación "reunida en asamblea para tratar asuntos de actualidad y después de una borrascosa sesión, no llegó a ningún acuerdo". A partir de estas fechas ya no encontramos noticias en meses sucesivos de la sociedad por lo que pensamos que, ante las diferencias entre los socios -no sabemos de qué tipo- la institución se disolvió. Había pasado poco más de un año desde su constitución. No obstante, sabemos que unas décadas más tarde se debió de refundar la Asociación de la Prensa para empezar a funcionar de nuevo.