El otro día en una manifestación promovida por grupos de la izquierda política de nuestro país empezó a sonar la canción ‘Libertad sin ira’. No duró ni un minuto. Enseguida mandaron quitarla “por si acaso la gente se confundía”. Se ve que esa canción también se la podrían poner los que van a rezar el Rosario a la madrileña calle de Ferraz ahora que se supone que vivimos en una dictadura a manos de un tirano, donde está mal visto hasta apalear una piñata con su cara en la celebración de Año Nuevo.
En verano, aparte de las piscinas, también prolifera la libertad. Libertad para decirle a alguien que está gordo, que no le queda bien ese bikini, que no está bien depilada… Cada año, es necesario repetir lo mismo: Por mucho que te creas que tu opinión es la panacea, siento decir que muchas veces es un simple punto de vista, y si va a hacer daño a alguien, no es que esté prohibido decirlo, es que, simplemente, es mejor callar.
Ahora se ha puesto de moda quejarse en prime time de que en España no hay libertad de expresión. Mi abuela siempre me contaba que cuando ella era joven, no se atrevía a decir lo que pensaba ni en su casa. Pues, según algunos, ahora estamos en ese mismo punto.
El otro día, una actriz decía que no se sentía libre “ni para decir lo que quiere”. Esta misma actriz también dijo durante uno de los momentos más duros que ha vivido España que se sentía como una cobaya, a la que intentaban meter vacunas. En España, a nadie obligaron a ponerse la vacuna, era un mero gesto de responsabilidad que, claro está, le quedó grande a algunos.
Alguien debería decirle a esta reconocida artista que, gracias a la libertad de expresión, ella podía, incluso, soltar proclamas que ponían en riesgo la salud de todos. Que ella puede decir lo que quiera. Ahora, que no espere que la gente no le señale por las perlas que cuenta. Que no se equivoque, no lo hacen porque esté prohibido hablar, sino porque hay gente que aún tiene esperanzas de que el mundo cambie.
En verano, aparte de las piscinas, también prolifera la libertad. Libertad para decirle a alguien que está gordo, que no le queda bien ese bikini, que no está bien depilada… Cada año, es necesario repetir lo mismo: Por mucho que te creas que tu opinión es la panacea, siento decir que muchas veces es un simple punto de vista, y si va a hacer daño a alguien, no es que esté prohibido decirlo, es que, simplemente, es mejor callar.
Ahora se ha puesto de moda quejarse en prime time de que en España no hay libertad de expresión. Mi abuela siempre me contaba que cuando ella era joven, no se atrevía a decir lo que pensaba ni en su casa. Pues, según algunos, ahora estamos en ese mismo punto.
El otro día, una actriz decía que no se sentía libre “ni para decir lo que quiere”. Esta misma actriz también dijo durante uno de los momentos más duros que ha vivido España que se sentía como una cobaya, a la que intentaban meter vacunas. En España, a nadie obligaron a ponerse la vacuna, era un mero gesto de responsabilidad que, claro está, le quedó grande a algunos.
Alguien debería decirle a esta reconocida artista que, gracias a la libertad de expresión, ella podía, incluso, soltar proclamas que ponían en riesgo la salud de todos. Que ella puede decir lo que quiera. Ahora, que no espere que la gente no le señale por las perlas que cuenta. Que no se equivoque, no lo hacen porque esté prohibido hablar, sino porque hay gente que aún tiene esperanzas de que el mundo cambie.