Javier Escriche
Es jueves por la tarde y me encuentro tirado en la terraza de mi casa, en Valencia, a 24 horas de empezar mis vacaciones. Poco inspirado para escribir esta columna y con ganas de que el reloj avance para tomarme un descanso tras una temporada de cambios.
Justo hoy hay un concierto en el campo de fútbol del Levante, que se ubica a menos de cien metros de mi morada. Tocan mal, pero se dedican a versionar clásicos españoles. El público se sorprende ante una actuación casi improvisada en medio de un festival gastronómico, que es el motivo que les ha llevado hasta el estadio.
Yo tampoco esperaba tener la cena amenizada, pero incluso me sale algún que otro tarareo con sus temas. Sin embargo, mis oídos sufren.
Con el pasar de los temas voy encontrándoles cierto interés. Pese a no atinar ni un tono, cantan con energía y tratan de animar al gentío. La intención es lo que cuenta, ¿no? En una de esas empieza a sonar Hombres G, con eso de: “Hoy me he levantado dando un salto mortal/He echado un par de huevos a mi sartén”. Se me ilumina la bombilla. Esta me la sé.
Me imagino cumpliendo al dedillo con lo que ese muchacho grita enfervorecido frente a una audiencia un tanto tímida. “Voy a pasármelo bien”. Ganas de hacerlo no me faltan y en mi mente solo aparece una ubicación posible para llevar a cabo el plan.
La capital de provincia más pequeña de España ya está lista para transformarse en el escenario más divertido del planeta por cuatro días y yo estoy en disposición de volver a la que fue mi casa y responder a toda cerveza que me sea invitada con el mismo gesto.
Tras un viaje fugaz a Teruel empiezo a pensar que el grupo no canta tan mal. Al final me han alegrado la tarde. En 24 horas seré yo el que cante a viva voz ese estribillo. O algún otro, qué más da.
Lo importante es que La Vaquilla 2024 habrá comenzado. ¡A disfrutarla, turolenses!
Justo hoy hay un concierto en el campo de fútbol del Levante, que se ubica a menos de cien metros de mi morada. Tocan mal, pero se dedican a versionar clásicos españoles. El público se sorprende ante una actuación casi improvisada en medio de un festival gastronómico, que es el motivo que les ha llevado hasta el estadio.
Yo tampoco esperaba tener la cena amenizada, pero incluso me sale algún que otro tarareo con sus temas. Sin embargo, mis oídos sufren.
Con el pasar de los temas voy encontrándoles cierto interés. Pese a no atinar ni un tono, cantan con energía y tratan de animar al gentío. La intención es lo que cuenta, ¿no? En una de esas empieza a sonar Hombres G, con eso de: “Hoy me he levantado dando un salto mortal/He echado un par de huevos a mi sartén”. Se me ilumina la bombilla. Esta me la sé.
Me imagino cumpliendo al dedillo con lo que ese muchacho grita enfervorecido frente a una audiencia un tanto tímida. “Voy a pasármelo bien”. Ganas de hacerlo no me faltan y en mi mente solo aparece una ubicación posible para llevar a cabo el plan.
La capital de provincia más pequeña de España ya está lista para transformarse en el escenario más divertido del planeta por cuatro días y yo estoy en disposición de volver a la que fue mi casa y responder a toda cerveza que me sea invitada con el mismo gesto.
Tras un viaje fugaz a Teruel empiezo a pensar que el grupo no canta tan mal. Al final me han alegrado la tarde. En 24 horas seré yo el que cante a viva voz ese estribillo. O algún otro, qué más da.
Lo importante es que La Vaquilla 2024 habrá comenzado. ¡A disfrutarla, turolenses!