Siempre he sido un chaval que no ha dado muchos problemas. No me han regañado en exceso. Nada más allá de algún que otro rapapolvo por hablar de más en clase o un par de travesuras mejor diseñadas que ejecutadas a la hora de la verdad. Conforme crecía y el rango de fechorías a cometer iba ampliándose (y, en el caso de cometerlas, también agravándose su posible sanción) seguía sin ser un chico conflictivo.
Y eso que no escatimo a la hora de salir con amigos y disfrutar, pero siempre tratando de generar la menor cantidad posible de problemas hacia el exterior. De hecho, las tantas veces que visitamos la biblioteca nocturna lo hacemos con un lema claro: “Ya que no ligamos, que tampoco nos peguen”. Nos gusta pasarlo bien y ya.
Cierto es que algún día puede que hayamos gritado más de la cuenta o nos haya llovido un huevo desde la ventana de un 4º piso por estar cantando canciones como si fuésemos hooligans ingleses recién salidos de la más mugrienta taberna tras haber acabado con todas las existencias de zumo de cebada disponibles. Enfados comprensibles.
Pero, hombre, ¿a quién se le ocurre salir con una escopeta a amenazar a un grupo de universitarios que estaban armando algo de escándalo por las calles del centro de Teruel un jueves noche? Eso son palabras mayores. Un huevazo en el pelo o un cubo de agua en pleno enero ya son medidas correctivas que tienen poquita gracia, pero que pueden resultar muy efectivas. No creo que sea necesario convertirse en el Rambo de Requena para poder conciliar el sueño.
Ahora, quizás habría que echar un ojo también a la oferta disponible en una ciudad supuestamente universitaria para unos ociosos jóvenes que, como es lógico y lícito, tienen ganas del correspondiente jujaneo nocturno al término de su temporada de exámenes. ¿Ni un local para universitarios con ganas de gastar sus pocos ahorros en cuatro copas de marca blanca en una ciudad supuestamente universitaria? Igual los chavales que terminaron siendo amenazados con una escopeta de perdigones solo intentaban pasarlo bien de una forma un tanto diferente