El cierre del mercado de fichajes indica el final del verano. Fue ayer. El 31 de agosto -o el 30 en el caso de este año- la noche empieza a ganarle la partida al día y en las noticias se escucha eso de Operación retorno, Vuelta al cole o Cuesta de septiembre. Todo clásicos que no pueden faltar.
Parece que las verbenas y charangas que generaban furor entre los jóvenes y frenesí entre los no tan jóvenes pasan a formar parte de un pasado muy pasado y que todavía queda una eternidad, 12 meses ni más ni menos, para que vuelvan a resonar con fuerza.En el armario empiezan a sobrar camisas llenas de flores. Es tiempo de volver a la chaqueta vaquera o a la sudaderilla, dependiendo del día. Es duro, pero es la realidad.
Pero, el deadline day, como le llaman los ingleses al último día en el que se pueden acometer fichajes tampoco supone un final definitivo. Una vez baja la persiana, se abre un nuevo mercado de jugadores libres que buscan equipo y se mueven de aquí para allá intentando encontrar una última oportunidad antes de que la maquinaria de la temporada se ponga a funcionar a todo trapo.
Al igual que tras el mercado de fichajes siguen produciéndose movimientos de jugadores que quedan libres y se incorporan a un nuevo equipo, el verano también tiene unas semanas adicionales más que permiten exprimir el disfruté antes de regresar por completo a la rutina. El veranillo de San Miguel, en mi caso. El puente del Pilar, en el caso de los más disfrutones. Poco importa eso.
El caso es que cuando parece que las tormentas veraniegas ya dan paso a un gris y frío invierno siempre queda un último chaparrón seco que anima a pensar que lo bueno no ha llegado todavía a su fin. Que se lo digan a los vecinos de Cucalón o Muniesa, que les tocó sufrir las consecuencias del aguacero el pasado jueves. Por lo tanto, si la depresión postvacacional se ha apoderado de ti, querido lector, gánale la partida y saca un último esfuerzo antes de volver al monótono día a día. La cuestión es ponerle un poco de gracia al asunto, que para aburrirnos ya tendremos el otoño.
Parece que las verbenas y charangas que generaban furor entre los jóvenes y frenesí entre los no tan jóvenes pasan a formar parte de un pasado muy pasado y que todavía queda una eternidad, 12 meses ni más ni menos, para que vuelvan a resonar con fuerza.En el armario empiezan a sobrar camisas llenas de flores. Es tiempo de volver a la chaqueta vaquera o a la sudaderilla, dependiendo del día. Es duro, pero es la realidad.
Pero, el deadline day, como le llaman los ingleses al último día en el que se pueden acometer fichajes tampoco supone un final definitivo. Una vez baja la persiana, se abre un nuevo mercado de jugadores libres que buscan equipo y se mueven de aquí para allá intentando encontrar una última oportunidad antes de que la maquinaria de la temporada se ponga a funcionar a todo trapo.
Al igual que tras el mercado de fichajes siguen produciéndose movimientos de jugadores que quedan libres y se incorporan a un nuevo equipo, el verano también tiene unas semanas adicionales más que permiten exprimir el disfruté antes de regresar por completo a la rutina. El veranillo de San Miguel, en mi caso. El puente del Pilar, en el caso de los más disfrutones. Poco importa eso.
El caso es que cuando parece que las tormentas veraniegas ya dan paso a un gris y frío invierno siempre queda un último chaparrón seco que anima a pensar que lo bueno no ha llegado todavía a su fin. Que se lo digan a los vecinos de Cucalón o Muniesa, que les tocó sufrir las consecuencias del aguacero el pasado jueves. Por lo tanto, si la depresión postvacacional se ha apoderado de ti, querido lector, gánale la partida y saca un último esfuerzo antes de volver al monótono día a día. La cuestión es ponerle un poco de gracia al asunto, que para aburrirnos ya tendremos el otoño.