Al acabar la Eurocopa nadie esperaba que Morata y Alice Campello, que lucían cual pareja de película ñoña en la que se sabe que los dos guapos van a terminar juntos desde el momento en el que la banda sonora toca el primer acorde, fuesen a poner punto final a su relación.
Se les veía muy enamorados, ¿qué les habrá llevado a tomar esa decisión? Yo ni lo sé, ni es que me importe demasiado, pero lo que creo que ha sucedido ha sido precisamente eso, que simplemente “se les veía muy enamorados”.
Es lo que ellos mostraban al público. Amor, felicidad, belleza, una familia de fantasía. Su condición (él futbolista y ella modelo) les permitía hacerlo.
Sin embargo, de la noche a la mañana todo truncado. Los siguientes stories no fueron para presumir, sino para confirmar una ruptura que ha hecho desconfiar en el amor a una generación -la mía- movida por y para el postureo. Somos así de simples.
A todos, en mayor o menor medida, nos gusta fanfarronear. Está claro.
El problema llega cuando todo lo que se hace en la vida tiene el único fin de hacérselo llegar a una comunidad irreal de amigos a la que, en mayor o menor medida, les importa tres pimientos si vas a cenar sushi o si has dejado de disfrutar de un espectacular atardecer por estar repitiendo la misma foto que puedes encontrar repetida en Google. Por no hablar de los conciertos o los espectáculos pirotécnicos.
En serio, ¿podemos disfrutar algo más sin tener la necesidad de subirlo a ningún lado?
Sé que es un discurso de abuelo quejica de otra época, pero es que quizás estemos dejando de disfrutar todas esas cosas de las que tan bien sabían disfrutar en otra época. Y todo por aparentar estar felices.
Como Morata y Alice después de la Eurocopa.
Se les veía muy enamorados, ¿qué les habrá llevado a tomar esa decisión? Yo ni lo sé, ni es que me importe demasiado, pero lo que creo que ha sucedido ha sido precisamente eso, que simplemente “se les veía muy enamorados”.
Es lo que ellos mostraban al público. Amor, felicidad, belleza, una familia de fantasía. Su condición (él futbolista y ella modelo) les permitía hacerlo.
Sin embargo, de la noche a la mañana todo truncado. Los siguientes stories no fueron para presumir, sino para confirmar una ruptura que ha hecho desconfiar en el amor a una generación -la mía- movida por y para el postureo. Somos así de simples.
A todos, en mayor o menor medida, nos gusta fanfarronear. Está claro.
El problema llega cuando todo lo que se hace en la vida tiene el único fin de hacérselo llegar a una comunidad irreal de amigos a la que, en mayor o menor medida, les importa tres pimientos si vas a cenar sushi o si has dejado de disfrutar de un espectacular atardecer por estar repitiendo la misma foto que puedes encontrar repetida en Google. Por no hablar de los conciertos o los espectáculos pirotécnicos.
En serio, ¿podemos disfrutar algo más sin tener la necesidad de subirlo a ningún lado?
Sé que es un discurso de abuelo quejica de otra época, pero es que quizás estemos dejando de disfrutar todas esas cosas de las que tan bien sabían disfrutar en otra época. Y todo por aparentar estar felices.
Como Morata y Alice después de la Eurocopa.