EFE
Me suelen preocupar mucho más las cuestiones autonómicas o nacionales que las internacionales. Puede ser una muestra del egoísmo que nos caracteriza a los occidentales, o quizás puede ser que yo sea algo más egoísta que el resto. No lo sé. El caso es que desconecto casi siempre que sale una noticia en el telediario hablando de países que, a mí parecer y pese a que la globalidad nos ha llevado a estar cerca de cualquier lugar en todo momento, son lejanos. Casi nunca leo las páginas de internacional en los periódicos, sin que eso signifique que menosprecio el trabajo de los enviados especiales o de las delegaciones repartidas por todo el mundo. Pero, es algo que no puedo evitar.
Me sucede casi siempre. Pero esta semana ha sido una excepción. La inhumana propuesta que Giorgia Meloni planteaba para tratar de deshacerse de doce migrantes procedentes de Bangladesh y Egipto metiéndolos en un centro de retención financiado por el gobierno italiano en un país vecino (Albania) me pareció lo suficientemente escandalosa como para prestarle algo de atención. Lo que no pude evitar es llevármelo a un terreno más localizado, a un lugar que no me resulta tan lejano como puede ser el puerto albanés de Shengjin.
Concretamente, el intento -por ahora frustrado- de la ultraderechista italiana me llevó a pensar en esas cien personas de Mali y Senegal acogidas en Mora de Rubielos por medio de la ONG Accem. Su llegada suscitó un enorme debate, sobre todo entre las mentes más próximas a la extrema derecha, acerca de si se estaba actuando de manera correcta. Hoy, mes y medio después, la comarca de Gúdar-Javalambre sigue respirando con su tranquilidad habitual. No ha pasado nada, como era de esperar. Bueno, sí. Según contaba RTVE Aragón en uno de sus informativos regionales de esta pasada semana, los empresarios de la comarca han comenzado a interesarse por los migrantes para reforzar sus plantillas ante la creciente falta de mano de obra. Al final va a resultar que no soy el único egoísta que le presta menos atención a las páginas de internacional.
Me sucede casi siempre. Pero esta semana ha sido una excepción. La inhumana propuesta que Giorgia Meloni planteaba para tratar de deshacerse de doce migrantes procedentes de Bangladesh y Egipto metiéndolos en un centro de retención financiado por el gobierno italiano en un país vecino (Albania) me pareció lo suficientemente escandalosa como para prestarle algo de atención. Lo que no pude evitar es llevármelo a un terreno más localizado, a un lugar que no me resulta tan lejano como puede ser el puerto albanés de Shengjin.
Concretamente, el intento -por ahora frustrado- de la ultraderechista italiana me llevó a pensar en esas cien personas de Mali y Senegal acogidas en Mora de Rubielos por medio de la ONG Accem. Su llegada suscitó un enorme debate, sobre todo entre las mentes más próximas a la extrema derecha, acerca de si se estaba actuando de manera correcta. Hoy, mes y medio después, la comarca de Gúdar-Javalambre sigue respirando con su tranquilidad habitual. No ha pasado nada, como era de esperar. Bueno, sí. Según contaba RTVE Aragón en uno de sus informativos regionales de esta pasada semana, los empresarios de la comarca han comenzado a interesarse por los migrantes para reforzar sus plantillas ante la creciente falta de mano de obra. Al final va a resultar que no soy el único egoísta que le presta menos atención a las páginas de internacional.