Es el momento de asumir responsabilidades
Querido lector, permítame que me presente (aunque ya me he colado antes alguna vez por las páginas de este periódico).
Mi nombre es Beatriz Izquierdo, soy licenciada en Derecho y especialista en Ciencias Criminológicas, Penales y Penitenciarias. Pero, por encima de todo, soy madre de un preadolescente (de orígenes turolenses, así que me unen fuertes lazos con esta tierra). Y, aunque, en mi condición de madre, trato de proteger a mi hijo, tengo claro que mi labor no puede ser sólo la de protegerle a él, sino a todos los niños y adolescentes que pueda, en mi condición de criminóloga.
Hace unos años, mi vocación por la Criminología me impulsó a poner en marcha el proyecto “Origen del mal” (www.origendelmal.es) con el lema "no podemos defendernos de aquello que no conocemos" y, en esa línea, hoy os presento, con enorme ilusión, esta columna, "Mal en calma", a través de la cual, daré visibilidad a distintas realidades que ponen en peligro a nuestros más pequeños en el entorno online (y, en muchos casos, también fuera de él, en la realidad).
Internet irrumpe, cada vez a edades más tempranas, en las vidas de nuestros menores y, aunque les ofrece una inmensa oportunidad de ocio y de nuevas maneras de relacionarse, también está repleto de importantes peligros. Ese mal en calma requiere de toda nuestra atención si queremos ser capaces de protegerles.
Hemos cometido un error sin precedentes cuando hemos entregado un dispositivo móvil a nuestros menores sin medir el alcance de aquello que estábamos poniendo en sus manos. Por ejemplo, en su día nunca imaginamos que, a través de él, les podrían vejar y grabar para, luego, subir ese material a plataformas en las que ese contenido se hace viral. Como tampoco pensamos que un depredador sexual podría entrar en nuestros hogares y dañarles de la peor manera posible. Éstas y otras son realidades que suceden todos los días en hogares como los nuestros.
Es el momento de asumir responsabilidades y dejar de echar balones fuera perdiendo un tiempo valiosísimo. Nosotros hemos sido quienes les hemos entregado esos dispositivos y a nosotros nos corresponde entonar el mea culpa, y buscar soluciones. Urge preparar a los niños, niñas y adolescentes antes de que puedan tener acceso a esos dispositivos. Y, una vez que se los entreguemos, es vital acompañarlos progresivamente y supervisar su actividad en el entorno digital.
Estaremos de acuerdo en que, para poder cumplir con esta misión de manera diligente, es requisito indispensable que, primero, estemos formados nosotros en esa materia.
¡Hasta el próximo domingo, querido adulto responsable!