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Un crimen Un crimen

Un crimen

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Javier Lizaga
Tiene Baudrillard un libro magnífico El crimen perfecto: si algo hace imperfecto el crimen de la realidad son las apariencias. Son las que nos ponen en la pista de que se quiere tapar la nada. Un mundo vacío. El francés que quiere alertar sobre la imposibilidad de aplicar la lógica al mundo (nada tiene sentido) hubiera disfrutado con el anuncio del tren DIRECTO Teruel Madrid, que sólo aparenta, y ni siquiera es capaz de tapar la nada más absoluta.

Empecemos por el final. La nada. En dos legislaturas, Sánchez ha inaugurado, lo más cercano, un puente (el del Querol) y fue en Castellón, de la que era la única carretera nacional hasta hace unos años que no tenía marcados ni los dos carriles.  Ni autovía a Cuenca, ni doble vía Sagunto-Zaragoza, ni autovía a Alcolea, ejemplo inmejorable: el subdelegado dice una cosa, la delegación la contraria y todos sabemos que no se hará nada.
Siempre estamos en estudio, como las cobayas.

El viernes se cumplirán 7 años, un 26 de abril de 2017 arrancaron las obras de mejora del ferrocarril Sagunto-Teruel. 450 millones para adecuar la línea al siglo XX (nótese el siglo de desfase, no es un error). Falta la ampliación de los túneles para que puedan literalmente meter los cables de luz. Hay quien pide proteger los puentes porque tienen más de un siglo. Estamos más cerca del museo que de la realidad.

El colofón ha sido la proclamación del ministro, ojo un ministro para anunciar un servicio de tren que ni tiene fecha, del tren directo a Madrid. A Madrid señor ministro hay 219 kilómetros en línea recta, 321 si vamos por carretera y ahora 492 por tren y por Zaragoza. Elevar un parche a solución es tropezar y presumir de zancada.

En una línea con cortes, malos horarios y donde se reducen servicios solo la fantasía o la ignorancia permiten sacar pecho. Esto es un crimen, decían los coetáneos de la línea cuando se ponía feo.