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Teruel insiste Teruel insiste

Teruel insiste

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Javier Lizaga
“Fue un silencio clamoroso” empezaba la crónica de este diario, magnífica, del 1 de diciembre de 1999. No es peloteo, ni siquiera iba firmada. La huelga general inauguró el “pero, ¿quién ha escrito esto?” A los que mandan nunca les convenció eso de unos ciudadanos que reclaman. El periodista subraya “la calle se abarrotó” y uno le pone a Santiago Lanzuela la cara del alto del Dúo Sacapuntas. 

De los 20 mil que se movilizaron aquel día a los cien que se reunieron este domingo han pasado 25 años. Dirán los reduccionistas que meterse en la política ha destruido al movimiento ciudadano más importante que ha tenido España en 20 años. Le han hecho más daño el despropósito, la inquina y el vacío de parte de los medios. 

Como precario en el Geraldo, me tocaron Sucesos y Teruel Existe, vean la asociación. Mientras gobernó Marcelino Iglesias, las quejas turolenses, que permitían azuzar a los sociatas, iban a portada. Cambió el Gobierno y pasaron a la 17. 

Los socialistas, que habían sostenido las pancartas, se olvidaron pronto como ZP olvidó el Ave por Teruel. “Aznar, cobarde, esto está que arde” se debía haber patentado y adaptado. 

Ahora que tocan laudes a Javier Lambán, cabe reconocerle que nadie como él. En 2004, como presidente de la Diputación de Zaragoza, ya proclamaba, indignado, que lo que pasaba en Teruel pasaba en todas partes, para meter mierda, en lugar de para arrimar el hombro. Llamó perros, serpientes y políticos de campanario a los de Teruel Existe. Ignoró a ministras, por boicotear los logros de Teruel Existe en Madrid.  

No siempre he estado de acuerdo con la plataforma. Ni, mucho menos, con todo lo que han hecho. La infalibilidad ya no se la concedo ni al Papa. Les vi, eso sí, dejar de hacer pancartas para atender a los medios, echarle horas, perder trabajos, algunos por odios, y aguantar. Todo por defender unas reivindicaciones que podríamos firmar hoy. Ese sí que es el verdadero fracaso.