¿Vuelven? El domingo cientos de fans de Supersubmarina hicimos la misma pregunta, ellos respondieron “estamos vivos”. Nunca sabes cuando sacan un temazo. Llevaban 8 años de silencio, pasa con los grandes.
Daba apuro cuando aparecían en tus listas viejas, con la misma congoja que hemos gritado cuando otros han cantado, nuevos amores, temas que sabemos de memoria, como los garitos de hace 20 años.
Los de Baeza se volvieron a juntar para contarnos cómo “en una milésima de segundo” sus vidas “se fueron a la mierda”.
Eran las 8 de la mañana de un 14 de agosto volvían de un concierto sin dormir y chocaron con otra furgoneta. Un abdomen seccionado, 30 operaciones en la pierna y 31 días en coma después de que le quitaran la pared del cráneo. La canción arranca de golpe, con gritos, frustración y los dientes apretados.
El tono cambia cuando Pope suelta un “también tuvimos buena suerte, podríamos no estar”. Y ese estar, retumba. “Ya poseemos casi todo…ahora solo queda ver hasta qué punto fuimos sinceros con nosotros mismos” escribió el poeta Iribarren. Porque uno sube arriba para perder la perspectiva, para engañarse y olvidar que sigue siendo igual de insignificante que antes o después. Pasa con todo. Hay que amar, para luego decir un día la suerte que tuvimos.
El Chino, José, ejemplifica la situación, de ser uno de los mejores cantantes y compositores del país a alguien que necesitó ayuda para coger una cuchara, que no recuerda haberse subido a un escenario. Está todo ahí.
La inmediatez de la vida, nuestra fragilidad y el secreto: “no sabíamos qué hacer con nada de nuestras vidas”, confiesa Juanca.
Y como en las canciones eternas cada uno rellena el resto, siempre más cerca del nada que del todo, o, como solemos, con todo en duda. Quizá sea eso, volver y contarlo. Ser padre para volver a ser hijo, fracasar para volver a amar. Volver, aunque ya seas otro.
Daba apuro cuando aparecían en tus listas viejas, con la misma congoja que hemos gritado cuando otros han cantado, nuevos amores, temas que sabemos de memoria, como los garitos de hace 20 años.
Los de Baeza se volvieron a juntar para contarnos cómo “en una milésima de segundo” sus vidas “se fueron a la mierda”.
Eran las 8 de la mañana de un 14 de agosto volvían de un concierto sin dormir y chocaron con otra furgoneta. Un abdomen seccionado, 30 operaciones en la pierna y 31 días en coma después de que le quitaran la pared del cráneo. La canción arranca de golpe, con gritos, frustración y los dientes apretados.
El tono cambia cuando Pope suelta un “también tuvimos buena suerte, podríamos no estar”. Y ese estar, retumba. “Ya poseemos casi todo…ahora solo queda ver hasta qué punto fuimos sinceros con nosotros mismos” escribió el poeta Iribarren. Porque uno sube arriba para perder la perspectiva, para engañarse y olvidar que sigue siendo igual de insignificante que antes o después. Pasa con todo. Hay que amar, para luego decir un día la suerte que tuvimos.
El Chino, José, ejemplifica la situación, de ser uno de los mejores cantantes y compositores del país a alguien que necesitó ayuda para coger una cuchara, que no recuerda haberse subido a un escenario. Está todo ahí.
La inmediatez de la vida, nuestra fragilidad y el secreto: “no sabíamos qué hacer con nada de nuestras vidas”, confiesa Juanca.
Y como en las canciones eternas cada uno rellena el resto, siempre más cerca del nada que del todo, o, como solemos, con todo en duda. Quizá sea eso, volver y contarlo. Ser padre para volver a ser hijo, fracasar para volver a amar. Volver, aunque ya seas otro.