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Puta Puta
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Javier Lizaga

“A todas nos han dicho serás puta, antes de llegar al Instituto. Por un sí, un no, porque les caemos mal o, simplemente, porque hemos sacado una buena nota en el examen”. Lo cuenta Marina Marroquí en un monologo que han escuchado los 500 y pico chavales de 1º de Bachillerato de Teruel. A veces, los argumentos más sesudos se desmontan con una frase que te susurra un cabrón mientras sacas el bocadillo.

“Eres la más guapa del mundo”, desde que tienen meses, al otro lado, “estás hecho un hombretón”. Esas princesas que se enamoran con un beso de esos principes que vencen dragones con un palo. Las tetas protuberantes como argumento de venta, los cuerpos musculados y el coche y ya tienes personalidad. Los chulos con traumas que tornan principes azules, las prostitutas a quienes pegarles una paliza en el GTA, uno de los videojuegos más populares. Y oír de fondo “si es que son unas exageradas”, “siempre ha sido así...y peor...”. Escucharlo sin que nadie lo haya dicho. Todos somos machistas, repite Marina.

Bauman explica en Modernidad y Holocausto que el nazismo no fue un cuadro, sino una ventana. No fue una excepción, sino una ventana a través de la que se ven cosas que permanecen invisibles. El verdadero terror radica, puntualiza Bauman, no en la sospecha de que aquello de los nazis fue una aberración, sino en el descubrimiento de que forma parte de un rostro oculto de la sociedad moderna, la misma que admiramos. Siempre es lo mismo. Cuatro locos. Da miedo asomarse porque los cristales de la ventana reflejan.

La duda es si una sociedad que no enseña a sentir el dolor de los demás será capaz de distinguir a los maltratadores de las buenas personas. Podemos debatir, mientras suben los visionados de violaciones grupales y lidera los videos compartidos. A Marina, le violó y maltrató su novio durante cuatro años, en los que intentó matarla un par de veces. ¿Qué le dirías si te lo encontraras cara a cara?, le pregunta dubitativo un chico. “Me meto en un bar y llamo a la policia”. No es que no lo entendamos, es que sigamos pensando que no es para tanto.