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Pura pasión Pura pasión

Pura pasión

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Javier Lizaga

Enloquecer para estar cuerdo. Annie Ernaux, última Nobel de literatura, se preguntaba en la cola del super cómo las otras mujeres se las arreglaban para vivir así, a la espera del fin de semana, de salir a cenar fuera o de la clase de gimnasia. Todo lo que a ella le resultaba penoso ahora, que tenía un hombre metido a todas horas en la cama.

El libro, Pura pasión, es un acto de ajusticiamiento contra su propia locura. Un día él no volvió a llamar. Sin embargo, “sin que él lo sospeche”, puntualiza Ernaux, “me ha ligado más al mundo”.

El sábado, mientras media España criticaba una gala sobre películas que no verán, Teruel premiaba algo tan mundano como el amor, que “mueve el mundo”, apostilló Antonio Santa Isabel.

Aunque impresionó más, al precio del gasoil, saber que algunos matrimonios habían hecho 800 kilómetros. Carolina, Francho y Jesús nos confirmaron con Stand by me que habíamos elegido la gala buena.

Había amor, incluso nuevas parejas, como Civera y Francisco, de los Pecos. Teresa Perales bromeó con su marido, por fin, buenos secundarios masculinos. Aplaudimos a la maravillosa Angelines Polo.

Como confesó Javier Sierra, ella ha unido a turolenses célebres y exiliados con Teruel, y sin darse importancia. Es el protocolo: poner a cada uno donde debe estar. Aplauso a Floripes.

Fuimos de muchas familias (gol de Benzema dijeron en el banco de detrás) nada humaniza más que enseñar la foto de boda diez años después, consejera incluida.

Y pelos como escarpias, al final, cuando nueve pueblos demostraron que el amor es armonía con sus tambores y bombos.

La alcaldesa resumió que Teruel es ese lugar “donde pasan cosas” (sería la hostia si además de las que pasan, se promovieran nuevas y arriesgadas).

Como dice Ernaux, pensaba que el lujo eran los abrigos y mansiones, más adelante una vida intelectual y ahora me parece que es poder vivir una pasión.