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¡Pedro! ¡Pedro!

¡Pedro!

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Javier Lizaga

Más que la mayoría, lo que Pedro Sánchez tiene en frente es la costumbre. La primera medida ante una situación crítica es dejarla para mañana, lo saben de Larra al capitán del Prestige.

La segunda inercia se llama playa. En julio solo triunfan Escartín y las galas de Benidorm. Entre madrugar para poner la sombrilla, subir a hacer los macarrones, los chavales que se enredan en la piscina, la siesta y quitarte la arena no da tiempo ni a votar, ni a llamar a nadie. Ya me dirán, heladito y paseo o debate electoral a cuatro, a ver quién vota en blanco.

Mientras, y supongo que lo habrán notado, está el país en funciones. Salvo Emma Buj y cuatro más, estamos ahora mismo en una fase “las gallinas que salen, por las que entran”, como repetía un presidente de la Diputación de Teruel.

La incógnita ahora es quién será el próximo. Puede incluso que tenga que ver con el alcalde de su pueblo, no se fie. Aunque la madeja, como decía mi abuela, está en el Gobierno de Aragón.

Javier Lamban quien ya recordó que “Teruel existe, como todo ser vivo de Groenlandia”, necesita ahora que “los políticos de campanario” le apoyen, junto con Chunta, Podemos e Izquierda Unida y así forzaría a Jorge Azcón a pactar con Vox.

Tiene mucho de rollo de verano, no quieren que les vean juntos, pero algo hay, y lo sabe toda la cuadrilla. Están todos con la mosca detrás de la oreja cada vez que salen juntos de la verbena.

Hablando de fiestas, la de la democracia ya la hemos metido, por fin, en el calendario veraniego: después de la Vaquilla, las fiestas de Torres y antes de las de Cucalón.

Los mítines te hacen de puente con el cine de verano y puedes poner como excusa la reflexión para recuperar de la resaca que te deja la Vaquilla.

Un millón de votantes tienen la culpa, yo me los imagino en chancletas, e indecisos.

Aunque a estas alturas la duda es si van a poner urnas en algún chiringuito.