Gay Talese aseguraba que nunca escribió sobre alguien a quien no respetase. Está tan jodido hoy que uno se conforma con trabajar junto a alguien a quien respeta. Te digo mañana, le dije a Chema López Juderías, para disimular, cuando me ofreció esta columna, como quien propone echar una caña. Los buenos periodistas no escriben mejor, dan tranquilidad.
Dice Enric González que éste es el oficio más fácil, bonito y divertido del mundo. Hay días en que es una mierda, cuando ni los que nos dedicamos a explicar entendemos. Me pregunto si seguiré poniendo a este Diario como ejemplo de ponderación, de medio público, capaz de darle voz a los que se quejan y al día siguiente titular con las explicaciones. Titulares que han abierto muchos más debates que las mociones del pleno. Portadas con más sentido que muchos programas electorales.
En el Diario cabían todos, muy distinto de contentar a todos.
“¿Pero tú crees que tenías que hacer esa pregunta?”, me decía el jefe de prensa de Infraestructuras hace unas legislaturas. Tengo tantos ejemplos que no pondré ninguno. ¿De qué? No podemos decir que sabemos que esa moción es una patraña, que ese proyecto quedará en un cajón y que esos datos están falseados. ¿Es mentir? No. Ponemos las mentiras de otros en titulares y confiamos en la gente. Esa es otra gran diferencia.
Las redes, por ejemplo, se han llenado de las mejores portadas. Deslumbraban tanto que, de nuevo, se nos olvidaba que detrás han estado Chema y su equipo. Los mismos que han modernizado un periódico que amenazaba con cerrar hace 20 años.
Acabo de revisar el wasap, y todo lo que hay son excusas mías, avisos de una columna entregada en la prórroga. En una redacción se aprende más que un doctorado de Maquiavelo, dice Segurola. En la del Diario siempre estaba abierta la puerta del director. Decía Menotti que uno juega como es en la vida.