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Facinerosos

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Javier Lizaga

La mayor variedad de Jesús Gil y Gil se aplicaba a los insultos. Es un sano ejercicio veraniego ver la serie documental que ha preparado un canal de pago americano. El tiempo es el mejor antídoto para distinguir entre mamarrachos o profetas, cambiando la dupla de Sabina cuando se pone a hablar de su Madrid, kinki y profeta. Gil era un personaje simpático de mi adolescencia y ahora, visto su curriculum, no encuentro mejor resumen de la España de los 60 que encumbró el pelotazo urbanístico y que todavía algunos añoran. Esa historia del “hombre echo a si mismo”, ejemplo de esa España donde se premiaba más ser vivo o jeta (depende de grados) que tener una carrera, se desmonta cuando se recuerda uno de los episodios oscuros de Gilito: construyó tan rápido y tan mal un comedor para eventos que se vino abajo en plena celebración y murieron 58 personas. Homicidio involuntario y a la cárcel, aunque a los 18 meses Franco le indultó. También era la España donde unos cuantos muertos no podían arruinar una carrera. Como alcalde de Marbella  usa convenios en los que acuerda con los constructores condiciones irrisorias, para saltarse el PGOU. Evidentemente cambia Marbella donde a la llamada del libertinaje constructor se multiplican los hoteles y se arreglan calles y surgen empleos. Por otra parte, se destroza medioambientalmente la costa y se atropella a pequeños propietarios. ¿Qué creen que opinaban los vecinos? 11 años de mayoría absoluta. Hay un momento espectacular cuando el propio concejal de urbanismo de Gil dice hoy: “señores no nos engañemos que eso pasaba por un montón de instituciones”. Cómplices, le falta añadir.  Porque, a veces, las leyes, ya saben, son una bajona y lo que mola son los rascacielos y vender terrenos al doble y no respetar cuatro hierbas. Aquí se echó asfalto encima de las calles adoquinadas del centro, de las luces de la plaza del Torico y como el tribunal de cuentas llamó la atención sobre una obra que duplicó su presupuesto de adjudicación, recuerdo la dejadez con barrios enteros, varios, de viviendas ilegales o pelotazos venideros como el convenio que permitirá construir cientos de viviendas en la Zona de los Planos. Anticipado a un Plan General que marque donde, cómo y que se pregunte, simplemente, si hacen falta. Y pienso que más que pasado de moda, hoy Gil sacaba mayoría absoluta.