Denunciaba Vronsky, tras seducir a Anna Karenina, la “equivocación de quienes esperan encontrar la felicidad en el cumplimiento de todos sus deseos”. Nuestro caso es casi a la inversa: los de Teruel llevamos más frustraciones que crisis Pedro Sánchez. La última tiene eslogan: “De Teruel al cielo”, para simbolizar una carrera por la sede espacial, que ha acabado estrellada. Nosotros aquí repartiendo camisetas y resulta que, como siempre, era cosa de tener algún enchufe, votos y un ministro de la zona.
Pusimos en jaque a David Civera que cantó, premonitorio, Qué caprichosa es la vida; a Javier Sierra, que recordó que el Torico ya perseguía estrellas (mellao e ilusionao); y a la consejera de Ciencia, que recordó que Chomón fue el primero en pisar la luna. Como en sus pelis, todo era un truco. Recuerdo el acto por la cara extraña de cuantos paseaban por allí (“¿qué es esto?”) y por el solitrón que caía, demostración palpable de cielos limpios y del aguante de algunos políticos, que pese a la amenaza solar para la calva, no recortaron ni un puñetero discurso.
El problema no es escenificar otro mister Marshall, el problema es que te bajen con malos modos del escenario. El error de otra farsa de comisión, vía Consejo de Ministros, es dejar por escrito en el BOE que nos tienen que mirar por encima del hombro. Que exijan para tener la sede “espacial” AVE y aeropuerto. En la provincia donde más ministros de Fomento han explicado que “hombre, no toda España tiene que tener alta velocidad”, porque “no es rentable”, y donde el aeropuerto, que ahora aplauden, nació como “chatarrería”.
El corolario es cuando justifican las exigencias por la “integración social y desarrollo familiar” de los futuros trabajadores de la agencia que, claro, necesitan un “sector empresarial, administrativo, educativo y universitario dinámico”. Joder, qué casualidad, lo que demanda la provincia entera hace años. El problema no es una agencia, sino su mentalidad. Hay noes que dan impulso, quizá no al cielo, pero sí lejos de algún mamarracho.