¿Qué mensaje dejarían si se fueran a morir? Ya sé que es una auténtica bajona y dan ganas de dejar de leer esta columna. Vale. Puede que no lo tengan previsto. No me meto. Sólo hagan el ejercicio. Hay que buscar, dice Remedios Zafra, palabras que nos acunen, también que nos zarandeen. Hace poco se desvelaron las últimas que ha dejado Eriksson, un entrenador de fútbol, sueco, que murió hace una semana. Apenas un minuto y medio. “Ojalá la gente diga “fue buen tipo”. Él mismo se sonríe y remacha: “no creo que todo el mundo lo diga”. Hay que aclarar que era un entrenador amarrategui.
“Don´t be sorry, smile” (no te arrepientas, sonríe), continúa Erikson. Lo que a los 35 te parecía mal de tu cuerpo, lo añorarás a los 45, argumenta David Setiya. Para Setiya, “¿qué hubiera pasado si…?” se responde fácil: desde luego, no seríamos lo que somos.
Porque, a veces, olvidamos que somos el resultado de nuestros aciertos, pero también de los errores. Para Zafra no hay mayor síntoma de nuestra ansiedad y malvivir que releer con cariño el encabezamiento de nuestros mails, de la mayoría, en los que nos disculpamos por la demora y el retraso “porque no doy abasto”.
“Esto es hacer un Pau, para mí”, dice Évole, que le dijo una chica que se atrevió a preguntar tras ver la peli. A veces, hay un acto de valentía en lo más común.
Hay algo que me chirría. Pegados al móvil, pendientes de nuestra carrera profesional, la que nos define, y, sobre todo, con la sensación de que nos falta el tiempo, de que no llegamos, de ese montón de cosas “para cuando podamos” parecemos hablar otro idioma.
Supongo que será una tontería y que, incluso, no tienen, tenemos, tiempo para pensar lo que diríamos si mañana nos dicen que nos vamos a morir. Eriksson se despide con un “cuídense, cuidad la vida y vivirla”. Hoy es siempre todavía, decía Machado, quizá sólo sea una casualidad.
“Don´t be sorry, smile” (no te arrepientas, sonríe), continúa Erikson. Lo que a los 35 te parecía mal de tu cuerpo, lo añorarás a los 45, argumenta David Setiya. Para Setiya, “¿qué hubiera pasado si…?” se responde fácil: desde luego, no seríamos lo que somos.
Porque, a veces, olvidamos que somos el resultado de nuestros aciertos, pero también de los errores. Para Zafra no hay mayor síntoma de nuestra ansiedad y malvivir que releer con cariño el encabezamiento de nuestros mails, de la mayoría, en los que nos disculpamos por la demora y el retraso “porque no doy abasto”.
“Esto es hacer un Pau, para mí”, dice Évole, que le dijo una chica que se atrevió a preguntar tras ver la peli. A veces, hay un acto de valentía en lo más común.
Hay algo que me chirría. Pegados al móvil, pendientes de nuestra carrera profesional, la que nos define, y, sobre todo, con la sensación de que nos falta el tiempo, de que no llegamos, de ese montón de cosas “para cuando podamos” parecemos hablar otro idioma.
Supongo que será una tontería y que, incluso, no tienen, tenemos, tiempo para pensar lo que diríamos si mañana nos dicen que nos vamos a morir. Eriksson se despide con un “cuídense, cuidad la vida y vivirla”. Hoy es siempre todavía, decía Machado, quizá sólo sea una casualidad.