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Demasiado discreto Demasiado discreto

Demasiado discreto

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Javier Lizaga

Buñuel en los aeropuertos americanos era tratado como un gánster. Estaba en la lista negra por haber apoyado a España Libre, publicación antifranquista que a su vez había atacado a Estados Unidos.

Cuando 20 años después vuelve a Los Ángeles en 1972 para presentar El discreto encanto de la burguesía, George Cukor le invitó a cenar a su casa, allí aparecieron John Ford, Hitchcock, Billy Wilder, Rober Wise, Willian Wyler, George Stevens.

Los mejores querían homenajearle. Stevens brindó “por lo que nos une pese a nuestras diferencias y creencias”. “Bebo, pero me quedan mis dudas”, respondió Luis.

“Al año que viene más perras y ya está”, ha cerrado Pimpi la presentación del Desafío Buñuel, con los micros apagados y tras el exceso de loas y parabienes, normalmente baratos.

Hay que ser escéptico con los eventos culturales, siempre queda la duda en este país de si es la última edición.

El Desafío es tan Buñuel que difunto parecerá mejor aún. ¿Exagerado? El primer festival de cine de animación se inventó en Teruel, duró tres años. Le dieron un premio de dibujo a un niño que no sabía dibujar. Dibujé un plató vacío, intuía que siempre hay algo detrás. Tan olvidados, a veces, como ese equipazo que respalda a Pimpi.

Jugar a ser actor, compartir un cortao con el protagonista de la serie de moda o ver las posibilidades cinematográficas de tu calle, cacas de perro incluidas. Tan Buñuel como grabar con dos duros y mucha imaginación, como hizo él en México.

Se puede discutir todo en una película, pero nunca debe aburrir, decía don Luis. Conciertos, proyecciones y hasta talleres que habrán empezado ya a estas horas componen el guion.

Marías decía que hablar de cine es siempre hacerlo de un recuerdo, casi como pensar. Deberían prohibir semejante atrevimiento, Teruel como Cinecittá. Es absolutamente surrealista. Por si acaso, disfruten.