Hemos pasado de preguntarnos ¿saldremos mejores?, a formular ¿pero cuando saldremos? Vamos del hippismo al pesimismo, según la quincena. Hemos conseguido que hasta volar sea aborregante. Experiencia satinada de certificados, códigos QR y declaraciones de responsabilidad, en plan Poncio Pilatos, porque luego en la práctica, la azafata le tiene que recordar al de delante que se ponga la mascarilla.
Montanelli sostenía que lo peor de la Republica italiana no era que el Rey pudiera ser un extranjero sino que al presidente, por fuerza, había que elegirlo entre los italianos. Y lo que hay, sin poner país, da pampurrias. Aun no sabemos escribir Omicron y ya se están cerrando aeropuertos. Cuando además no sirve de nada. La incertidumbre siempre añade belleza a los viajes, bien pensado, es la poca aventura que queda.
Por muchas luces navideñas que pongan encima, debajo, todas las ciudades son grises. En unas catedrales pagas a la entrada, en otras te venden bulas a cada paso, en cada tienda. Por eso quizá prefiero los museos, y los parques. Visité por ejemplo en el que le dieron 4 tiros a Indro Montanelli. Asegura que solo pensó: “Tengo que morir de pie”, y así evitó un tiro en el abdomen. En la cama reunió a los suyos y les dijo: “Debemos dar un ejemplo de medida y elegancia; dejemos que griten otros”.
Viajando descubres una cooperativa de vecinos para salvar un edificio que acaba en huerto comunitario, espacio cultural y oasis. Bebes café. Miras mapas. Y te ríes. Porque cuando por fin llegas a ver una maravilla de Leonardo da Vinci, iluminada a conciencia, salta un flash a tu lado. Leonardo se dibujó de espaldas y junto a Platón para mostrar su desinterés por el cristianismo. Los siglos no han cambiado el tema: pagar no te hace menos idiota, ni te da la razón. Mañana vuelta al curro, el viernes vacuna de refuerzo (los de Janssen). Y recuerdas que ya hace medio año te vacunaste para vivir, no para currar. Para viajar, para abrazar, para comer con los amigos. Con cuidado sí, con mascarilla, pero sin perder el sentido. Porque ultimamente parece que lo único seguro va a ser ir a currar el lunes. Audendo virtus crescit, tardando timor. La audacia aumenta el valor, las dudas el temor, se lee en un muro de la casa que habitó Leonardo.