Entre todos la mataron
Querido lector: “Entre todos la mataron y ella sola se murió” es una expresión perteneciente al acervo del refranero castellano cuyo significado no es otro que el de no querer asumir la responsabilidad por los propios actos.
Somos seres sociales, individuos gregarios, y eso nos hace querer pertenecer a distintos grupos. Nos agrupamos en el trabajo a través de equipos; en nuestro espacio de asueto, según nuestros gustos; también políticamente; y así un larguísimo etcétera.
El grupo nos otorga seguridad, nos empodera, pero puede también condicionar nuestra conducta. Si le damos importancia en alguna fase de nuestra vida es, sin duda, en la adolescencia. Dentro del grupo encontramos referentes a los que seguir y, en muchos casos, sin cuestionar la deriva de sus actos, que terminan siendo también los nuestros. El grupo nos envalentona para hacer aquello que solos no nos atreveríamos, y hace que se difumine la responsabilidad por los actos propios, disminuyendo así el sentido de culpabilidad.
En los últimos años, algo que ha generado alarma social ha sido el aumento de las agresiones sexuales grupales, especialmente cuando las víctimas y autores son menores de edad.
Hace dos semanas, el Ministerio de Interior publicaba el informe Violencia sexual ejercida en grupo. Análisis epidemiológico y aspectos criminológicos en España. En él se ha analizado el perfil de 525 víctimas y 1.359 autores de delitos sexuales grupales.
Según dicho informe, “en los casos de delitos sexuales cometidos por varios autores parece que la edad, especialmente de los autores, es un factor importante y que debe ser analizado en profundidad. Esto es así debido a que, tanto víctimas como autores, presentan edades inferiores a las que se encuentran en los casos de delitos sexuales cometidos de forma individual”. Y ofrece dos datos que deberían hacernos reflexionar como sociedad:
Aproximadamente la tercera parte de los autores son menores de edad. A medida que aumenta el número de autores, su edad tiende a disminuir.
¡Hasta la próxima columna, querido adulto responsable!