Se lleva hablando varias semanas, sobre la más que probable modificación en el IVA que se va a introducir en la próxima ley de presupuestos generales del estado para el año 2021; si definitivamente se aprueban y no se vuelven a prorrogar los de Montoro del año 2016. Y digo modificación, aunque debería decir subida que es lo que realmente quieren hacer.
Esta subida prevista va a ser implementada por dos vías: en primer lugar, determinados servicios que hasta el momento estaban exentos de tributación como la educación y la sanidad privadas, van a pasar a tributar al 21% (en Muface están temblando); y, en segundo lugar, determinados bienes que hasta ahora tributaban al tipo superreducido, pasarán a hacerlo bien al reducido o al tipo normal. Productos básicos como el pan, la leche y la fruta podrían subir su IVA del 4% al 10%. Veremos cómo se concreta esta subida.
El efecto que una subida de los tipos impositivos en los impuestos indirectos que graban el consumo, como por ejemplo el IVA, tiene una serie de consecuencias que deben ser estudiadas con mucho detalle antes de llevarlas a la práctica. La herramienta esencial que ayuda a determinar el efecto final de esta medida es la elasticidad de la demanda del bien al que le suben el impuesto, y me temo que eso no se ha estudiado. La economía española está pasando por unos momentos muy difíciles, de enorme incertidumbre y deterioro del tejido empresarial. Las decisiones que en materia fiscal se tomen ahora, van a condicionar la rapidez con la que hemos de salir de esta situación.
El impacto principal que va a tener la subida del IVA es sobre el consumo ya que va a reducir la capacidad de compra de los ciudadanos. Si a esto le sumamos el contexto de reducción de rentas por los ERTES, aumento del desempleo y la más que probable congelación salarial de los funcionarios y pensionistas, resulta la combinación perfecta para reducir de forma radical el consumo que es una parte importante del PIB. Y como no podía ser de otra forma, esa disminución del consumo tiene su rápido traslado a la producción y al empleo.
Por último, quiero referirme al efecto que tendrá sobre la distribución de la renta, que puede ser resumido en la siguiente afirmación: la subida del IVA es regresiva. Ni siquiera es neutra, es directamente regresiva y aumenta las diferencias sociales, motivo por el que se denominan a los impuestos indirectos como el IVA “impuestos de los pobres”. Esta medida debería ser acompañada de otras que mantengan la capacidad de compra. No se puede hacer política social con los impuestos indirectos (IVA), hay que hacerla con los directos (IRPF), porque con el IVA no se tiene capacidad para discriminar a los destinatarios de la medida. Que la fruta tenga un tipo impositivo superreducido del 4% beneficia tanto a un multimillonario como a un pensionista.
Este efecto regresivo se produce porque las rentas más bajas, los mileuristas o los pensionistas, gastan todo lo que ingresan, no tienen capacidad de ahorro, y como este impuesto es sobre el gasto y todo lo que ingresan lo gastan, todo lleva IVA, así su capacidad de compra es menor, ya que tienen que pagar un poco más de impuestos. Mientras tanto, las rentas altas ahorran una parte importante (otra la consumen) y esta parte que no gastan, no paga IVA.
En síntesis, para reducir el abultado déficit que va a tener la Economía Española, como he comentado en otras ocasiones, mejor recurrir a otras herramientas (lucha contra el fraude, por ejemplo) que subir el IVA.