“Las naciones ricas deberían pasar a la carne 100% sintética”. La frase es de Bill Gates, uno de los hombres más poderosos del mundo y fundador de Microsoft, en una entrevista concedida a la revista del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Tecnologie Review. El momento elegido para pronunciarla fue la presentación de su nuevo libro Cómo evitar un desastre climático en el que el magnate multimillonario, poseedor de al menos 4 aviones privados, nos sugiere al resto qué hacer para evitar un desastre climático.
Y claro, uno que es una persona que disfruta mucho de un buen solomillo, chuletón o hamburguesa, considera poco acertada esta afirmación. Porque además, la propuesta no es prohibir el consumo de este tipo de carne. La idea es mucho más sutil: vamos a conseguir que el precio de la carne sea tan elevado que solo unos pocos privilegiados van a poder pagar ese precio. Y el camino elegido es muy sencillo, ustedes ya se lo imaginan: los impuestos, efectivamente. Recuerden que acaban de subir el IVA a las bebidas azucaradas. ¿Por qué no poner un impuesto a la carne de vaca u otros animales por la cantidad de metano que expulsan a la atmósfera? Y así, llegaremos a tener un precio de la carne que será sencillamente prohibitivo, al alcance de muy pocas personas, por ejemplo, Bill Gates y sus amigos multimillonarios.
Esta propuesta u otras similares realizadas por este tipo de líderes mundiales no iría más allá de ser otra excentricidad a la que nos tienen acostumbrados. Pero hay más cosas, muchas más cosas que podrían explicar, al menos en parte, la cruzada y el empeño por la carne sintética. La explicación vendría por las inversiones que ha realizado el señor Gates en empresas del sector de la carne falsa: Hampton Creek Foods, Memphis Meats, Impossible Foods y Beyond Meat son algunos ejemplos en las que Gates ha invertido parte de su inmenso patrimonio.
Además, el contexto geopolítico en el que se desarrolla esta iniciativa es crucial para entender lo que está pasando en el mundo y no es otro que el Gran Reseteo del capitalismo que se está impulsando desde el World Economic Forum de Davos, en Suiza. Unas personas se reúnen en un foro y deciden, por ejemplo, que hay que adelantar la agenda 2030 porque consideran que la población del mundo está lo suficientemente dócil tras la pandemia como para que no se produzcan deserciones en la implantación del nuevo orden mundial. Deciden, por ejemplo, que los viajes en avión se van a reducir de forma drástica y solo lo podrán hacer los más ricos (sí, esos que se han reunido en Davos) y tendremos que volver a viajar en tren-cama para poder desplazarnos a otros países (no estoy exagerando, hay un anuncio del propio foro en el que se recomienda). “El capitalismo, tal y como lo hemos conocido, ha muerto” es una de las frases que se ha escuchado en el último foro celebrado. Y, ¿cuál es el modelo que va a sustituir al capitalismo? No se sabe, pero una pista sobre la posible respuesta: el invitado de honor a la última cumbre ha sido Xi Jinping, presidente de la República Popular China.
Deberemos estar atentos a las próximas décadas ya que la implementación de estas ideas en aras de la ecología y de la sostenibilidad va a tener una fuerte resistencia entre los ciudadanos, entre la industria y en determinados gobiernos. Eso espero.
Post scriptum. Hoy mi hijo cumple 16 años. Muchas felicidades Manu.