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Elena Gómez

Que el mundo está patas arriba, ya lo sabemos. Que todos estamos interconectados y sobre informados, también. Pero a veces me pregunto para qué sirve la labor de los opinadores como yo, por qué se aprecia tanto lo que pensamos si la mayoría no somos expertos en nada, salvo en estar al día de lo que se cuece a nuestro alrededor.

Yo, al menos, todavía me sorprendo de llevar escribiendo esta columna desde hace casi seis años y de la buena acogida que tiene la misma. Cuando se me propuso esta colaboración, tenía claro que podría comentar sin temor todo lo relacionado con la discapacidad gracias a mi trayectoria personal y profesional, aunque fuera desde un punto de vista subjetivo y algunas veces discutible. Sería una forma de visibilizar una realidad todavía desconocida en muchos aspectos, cuestión muy necesaria para mi colectivo.

Pero empecé a escribir sobre muchos otros asuntos, dando la visión de una simple ciudadana que a veces se escandaliza, y otras se felicita, de lo que pasa en el mundo. ¿Tienen alguna trascendencia estos textos? ¿Realmente ayudan en algo? La verdad es que no lo sé, no me veo con la autoridad suficiente para influir en las ideas de nadie. Me pasa lo mismo cuando leo o escucho a otros opinadores de cualquier ámbito. Me pregunto qué demonios me importa a mí lo que piensen ellos, si yo tengo mi propio criterio.

Sin embargo, la libertad de expresión es un derecho y la pluralidad ideológica es necesaria en una sociedad lo suficientemente sana como para considerarse avanzada. Es posible que mi visión de la actualidad aporte datos o enfoques nuevos a algunas personas que no tenían muy claro su postura sobre un asunto en concreto. También es probable que otras solo vean cómo le pongo palabras a lo que ya pensaban. Y, por supuesto, habrá un buen porcentaje de lectores que crean que soy una mamarracha, que también están en su derecho y toda opinión es respetable.

Me quedo con la duda de si esto vale para algo, pero seguiré haciéndolo porque me encanta. Mientras el cuerpo aguante, como cantaba Miguel Ríos.