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Elena Gómez

Cuando empiezo a escribir estas líneas, acabo de recibir noticias de mi familia en Masanasa. La incertidumbre ha sido angustiosa. Ahora sé que están vivos, aunque lo han perdido casi todo.

Era mi intención hablar hoy de cementerios, difuntos, flores y tradiciones que nos conectan con los seres queridos que ya no están con nosotros. Pero la actualidad ha arrasado con todo. Una vez más. El problema es que sobran y faltan las palabras, y lo único que calma este desasosiego es la posibilidad de ayudar, como sea y cuando sea.

Siempre he dicho, y en esta ocasión me reafirmo, que lo que pasa en Valencia es como si pasara en Teruel, y viceversa. No conozco a nadie de mi entorno que no tenga un familiar o un amigo viviendo en esa maravillosa tierra. Y no solo es por la cercanía geográfica – tenemos otras provincias alrededor –, sino por la propia idiosincrasia de los dos lugares. Nosotros les ofrecemos una vía de escape, naturaleza, tranquilidad, desconexión y reencuentro. Ellos nos ofrecen modernidad, cultura y un ocio que aquí es inviable. A tan solo una hora y media en coche, la simbiosis es casi perfecta.

Por eso es muy difícil hablar de la tragedia, las pérdidas personales y materiales son incalculables por el momento y aquí derramamos lágrimas de impotencia. No soy quien, en estos momentos, para arremeter contra los políticos, analizar las acciones gubernamentales (previas y posteriores), medir las consecuencias de lo acontecido o las necesidades de nuestros queridos vecinos. Tampoco es de recibo hacer un llamamiento a la solidaridad, porque eso está hecho. Si este país tiene algo bueno es que, cuando hace falta, nos arremangamos y nos ponemos manos a la obra.

Así que, en la necesidad de dedicar esta columna a la tragedia que ha provocado esta dana en muchos lugares, pero sobre todo en Valencia, solo puedo desear, con un nudo en el estómago, que los afectados recuperen la normalidad lo antes posible. Con nuestra ayuda y con los recursos públicos que sean necesarios. Que no ocurra lo de siempre. Que no caigan en el olvido.